𝗧𝗥𝗘𝗦 𝗖𝗢𝗥𝗢𝗡𝗔𝗦 || 𝘑𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝘝𝘦𝘭𝘢𝘳𝘺𝘰𝘯

Capítulo 83 - ¿Dónde me equivoqué?

*ADVERTENCIA*
mención de prostíbulos, nudismo, vomitos y sangre

Su madre había muerto cuando cumplió siete.

La fiebre se la llevó luego de lunas enteras en agonía. Para ese entonces, era trabajo de Gilly el conseguir dinero para su medicina. No le quedó más remedio que tomar el lugar de aquella mujer en el burdel que las albergaba.

No recuerda muy bien que pasaron durante aquellos tres interminables años. Su mente lo bloqueó por completo el segundo en que pudo escapar de allí.

Un hombre de pie torcido había entrado a la casa de placer esa noche. Piga y Lyn reconocieron enseguida a Larys Strong, por lo que no tardaron en abalanzar sus enormes escotes en el rostro del segundo hijo de la mano del rey y en mover sus enormes culos contra su vientre.

Gilly supo que estaba fascinado por tanta atención. Vio algo en su pantalón asomar, pero para su sorpresa no hizo nada al respecto. Incluso apartó impaciente a las dos golfas que intentaron ganar un buen par de monedas con él y se adentró aún más en el burdel. Sus ojos bailaban entre las mujeres gimiendo y los hombres riendo, perdidos en el éxtasis de una buena chupada de verga. La música vibraba en el aire, marcando a las bailarinas con pelucas de oro y plata el ritmo para continuar su rutina.

"¿¡Qué no me escuchaste, niña?! ¡Tres cervezas más para este grupo!" Repitió el hombre en la mesa frente a ella, asustándola por tan súbita vuelta a la realidad. Lo vio sonreir a pesar de su frustración por la tardanza, bajando su ceño fruncido hacia los dos únicos pedazos de tela que ocultaban las partes más íntimas de la niña de nueve.

Todo hombre desea arrebatar la inocencia de una doncella tan linda como tú, Gillyner, le había dicho Oslyn, la dueña de aquella casa. Y aunque sólo uno de ellos tenga la oportunidad, les harás creer a todos que sigues manteniendo tu virginidad intacta. Usa pelucas de otros colores, maquilla tu nariz, pon un parche sobre alguno de tus ojos, no me interesa. Todos los días serás una niña virgen, y todos los días tendrás una moneda extra ¿Me entiendes?

Gilly sintió la necesidad de arrancarse la piel en la que la mirada hambrienta de aquel obeso y desdentado había posado. Sin embargo, la paga adicional que significaba ser complaciente e inocente estaban ayudando a que consiguiera comida y medicina para su madre. Así que solo posó sus ojos azules intensos en el suelo, asintió y se apresuró a irse.

No sintió la nalgada que le dieron. Por más fuerte que haya sido, por más que todo aquel grupo se haya reìdo, decidió que no la sentiría.

Estaba tan apurada escapando, en tal necesidad de meterse en un baño caliente y fregarse el cuerpo hasta que sangrara, que no vio la figura del rengo aparecer.

Vino barato encontró seda.

Y ojos azules encontraron castaños.

"¡Lo siento tanto, mi señor!" Comenzó a disculparse, completamente horrorizada con cómo tan pequeño accidente podría costarle la comida de toda la semana. Buscó la tela de su vestido rosa claro y comenzó a frotarlo contra el excelentemente bordado trajo del segundo hijo Strong, sólo comenzando a llorar cuando sintió el viento acariciar la piel en su culo y a los hombres de la mesa a la que servía silbarle sin piedad.

"¡He cambiado de parecer, niña! ¡Mejor ven y siéntate con papà!" Gritó el que la habìa nalgeado, obteniendo que sus dos amigos estallaran en carcajadas.

Es por mamá.

Es por mamá.

Es por-

"Este es un ambiente hostil para alguien tan pequeño, ¿No lo crees?" Preguntó entonces el hombre de bastón, causando que la mirada de Gilly se levantara un pequeño instante.