Capítulos 5 - Como pude ser tan ciega

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Mi vida como la esposa de Alonso, ha sido un sueño. Jamás había conocido a un hombre tan lleno de detalles y atento. Recuerdo cuando mi padre se enteró de mi matrimonio y vino a reclamarme por mi decisión, pero allí estuvo mi esposo, no dudó en darme su apoyo, claro que mi progenitor se fue enojado, pues sus planes de seguir teniendo un cheque cada mes de los Borbones, se vino a abajo.

Yo me sentía cada vez más cómoda, y así pasaron dos meses, cuando una mañana Camilo interrumpió en mi habitación.

—¡Letizia! —exclamó con el rostro pálido y aterrado—. Mi señor... ¡El señor Alonso no despierta!

Mi corazón temió lo peor, y sin pensarlo, quité las sábanas de mis piernas para salir de la cama.

Efectivamente, Alonso no despertaba, y unas lágrimas bañaron mis mejillas, más cuando sentí su pulso, corrí por mi celular a llamar a una ambulancia. Él fue trasladado y atendido, mientras que yo me quedaba en la sala de espera, contando con la compañía de Camilo, quien por primera vez desde que lo conocí, estaba temblando.

—Vamos a pedir para que salga de esto.

Pero Camilo negó con los ojos brillando en lágrimas.

—Es la quinta vez en lo que va del año, mi señor está cada vez peor, siento que el momento de despedirnos se acerca.

Yo no conocía que tan mal se había puesto antes Alonso, pero si había notado que en estos meses su salud iba resquebrajándose.

De pronto, el médico salió con el informe en sus manos, de inmediato me presenté como su esposa.

—Dígame, ¿se pondrá bien?

Pero el doctor apretó los labios y se quitó los lentes.

—En verdad lo lamento, pero ya no hay nada que se pueda hacer. El paciente ha entrado a una etapa sin retorno, le queda muy poco tiempo.

Camilo y yo nos abrazamos, el dolor era mutuo. Esto no podía ser real. Alonso, no podía estar pasando por esto. Un hombre tan bueno como él debía ser eterno.

—¿Cuánto? —pregunté, temiendo escuchar la respuesta.

—Una semana, tal vez dos —contestó—. Si gustan, pueden dejarlo aquí, será muy bien atendido.

—¿Dejarlo? De ninguna manera —me negué.

—No hablo de abandonarlo, me refiero a que así él podrá ser atendido por las enfermeras, y usted tendrá más tiempo para usted.

—Escuche, yo no...

—Disculpen, él paciente está despierto, pide ver a su esposa.

—Es a ti, Letizia. Mi señor te necesita.

Miré al doctor, y él asintió.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora