Capítulo 37 - Reputación

76 8 4
                                    

POV Álvaro

Felipe acaba de salir de la oficina de Letizia, lo cual me ha dejado desconcertado.

—¿Todo bien? —le pregunto.

—Todo en orden —me responde—. ¿Qué haces por aquí?

—Traje estos documentos para Letizia —le mostré.

—Ya veo, y dime... Ya que tú te quedaste más tiempo, notaste algo extraño en los invitados.

De repente recordé, y no pude evitar sonrojarme.

—¿P-por qué lo dices? —evito mirarlo, por lo que él sospecha de mi actitud extraña.

—Un momento, recuerdo haberte visto con la camisa y corbata desarreglada, ¿qué estabas haciendo?

—N-nada... Yo no estaba con Sonsonles... D-digo con nadie.

—¿ Sonsoles? ¿Estuviste con Sonsoles?

Avergonzado le rogué que guardara silencio.

—No es lo que tú crees. Recuerda que aún soy un hombre casado y con un hijo.

—¿Entonces por qué te pones nervioso? Toda tu cara está más roja que un tomate.

—N-no es nada. Ya dije que no pasó nada.

—¿Felipe?

Ambos giramos nuestras miradas, encontrando al señor Fernando.

—Abuelo —dijo acercándose a saludar.

—Es raro verte aquí, creí que estarías en tu oficina.

—Solo vine a hablar con Letizia, ya todo quedó claro entre nosotros y vuelvo a mi oficina.

—De acuerdo, y ya que te veo aquí, déjame felicitarte. El evento ha salido en todas las revistas, las primeras críticas sobre la pasarela, son para halagar el trabajo que han presentado.

—Gracias abuelo, pero creo que la felicitación debe ser para Letizia, es ella quien ha logrado todo esto.

—También se lo diré, pero debo decírtelo a ti. Para hacer un trabajo, se necesita más de una persona, y esto me ha hecho darme cuenta que elegí bien. Hice lo correcto al ponerte en ese cargo, en lugar de tu padre. Él nunca tuvo ambición por crecer, solo quería dinero y más dinero fácil. Me has llenado de orgullo, hijo.

Felipe se mantuvo serio, pero al conocerlo bien, y al mirar sus manos, sé que una parte de su ser está feliz. Él nunca demuestra sus emociones ante los demás, así que los guarda.

—Gracias abuelo. Ahora ya debo retirarme, con permiso.

Pienso en que, si mi amigo hubiera recibido más de esas palabras de motivación, hubiera sido tan diferente.

—Usted es una gran persona, señor Fernando. Se ve el cariño que le tiene a Felipe. Cuando él dio la vuelta, sonrió para limpiar una lágrima que resbaló de su ojo.

—¿Está bien? Necesita ayuda.

—Tranquilo muchacho, estoy bien. Solo desearía que mi nieto pensara igual que tú.

—Oh, no se preocupe. Felipe lo quiere, a su manera, pero lo quiere.

—No, muchacho. Yo sé que mi nieto me guarda rencor, cuando veo sus ojos, veo toda la carga emocional que guarda, pero que no es capaz de decir.

—Bueno, estoy enterado que desde joven no se le permitió tomar decisiones.

—Ni desde joven, ni de infante. Tal vez sea mi culpa que hoy en día sea tan obstinado y desconfiado.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora