Capítulos 6 - Superar etapas

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Creyendo que no tendría que volver a ver a Felipe, traté de mantener mi mente ocupada en la universidad. Estaba cerca a dar los exámenes, y pronto tendría que sustentar mi trabajo de investigación, pero el pensamiento de encontrar un trabajo, no se apartaba de mi mente, de lo contrario el dinero que tenía ahorrado se iría.

Así que con toda la actitud del mundo, y luego de terminar mis clases, salí de la universidad, sin imaginar que me enfrentaría a mi pesadilla.

—¿¡Ya estás contenta!?

Unos brazos me habían sorprendido al ir distraída por la acera.

—¿Q-qué te pasa, Felipe?

—¡Era lo que querías! ¡Lo lograste! ¡Me j0diste!

Yo no entendía. Su mirada era aterradora, como si estuvieran inyectados de sangre y las venas en sus brazos se veían dilatadas. Jamás lo había visto tan furioso.

—No tengo tú tiempo, adiós.

—¡Ella perdió al bebé! —gritó con tal fuerza que muchos lo oyeron—. ¡Provocaste que mi hijo muriera! Después de insultarla, hiciste que se pusiera mal y... ¡Esto no voy a perdonarlo jamás, Letizia! ¿Qué culpa tenía mi hijo? ¿¡Qué culpa tenía!? ¡Me has destrozado!

—Perdió al bebé... —murmuré sorprendida, pero con una extraña sensación de temor, al pensar que yo podría pasar por lo mismo—. No vengas a culparme por algo que yo hice.

—¿¡Entonces quién lo hizo!? —su furia llevó a que sacudiera mis hombros—. ¡Era mi hijo! ¿Sabes cómo me siento?

—Ya basta... ¡Yo no hice nada! —cuando al fin logré que me soltara, sentí un dolor en mi vientre, uno que logré disimular—. Ve a culpar a otra persona, yo no tengo nada que hablar contigo.

—¡Letizia! ¡No he terminado!

Él subió a su auto y fue tras de mí.

—¡Ya te he dicho que no te conozco!

De este modo, me marché sin mirar una sola vez atrás, pero al descubrir que me estaba siguiendo, sentí las punzadas en mi vientre aumentar. Tenía que hallar la manera de perderlo de vista, él no podía saber de mi embarazo. Así que, empecé a correr, mas sin darme cuenta, terminé chocando con unas personas, mis gafas cayeron al suelo y una de ellas me observó con asombro. Era una pelirroja a la que recordaba haber visto antes, pero tan pronto tomé mis gafas, escapé.

Cuando al fin logré evadir a Felipe, me recargué en la pared de un callejón, sin embargo, el dolor aumentó y al bajar mi vista, noté mis pantalones manchados de sangre.

—Mi bebé... —susurré, sintiendo que me quedaba sin aire—. Mi bebé... ¡Ay! —sollocé con el dolor cada vez más severo.

—Otra vez sin clientes... ¡Vaya día!

Una voz que iba quejándose de su mal día, apareció por el pasadizo, encontrándome encogiéndome en dolor.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora