AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)

Capítulo 80 - Familia y una promesa

POV Felipe

Cuando le dije a Álvaro que él y Letizia parecían hermanos, lo decía en tono de broma, más nunca creí que llegaría a ser real. Ambos permanecieron abrazados durante tres minutos, mientras que el padre de ellos retrocedía silenciosamente, hasta llegar a la puerta, por lo que antes de salir, bajó la cabeza en tono de despedida, y se marchó de la vida de los nuevos hermanos.

Para mí esto es como alguna clase de broma, es difícil pensar que mi mejor y único amigo sea el hermano de la madre de mi hija. Ahora ciertas cosas tenían sentido, como el hecho de que él se preocupara por ella, sin tener alguna razón aparente, o cuando me comentaba la necesidad de querer protegerla, aún sin saber las razones. Algo similar me ocurrió cuando conocí a mi hija, fue un evento inexplicable, una locura que no parece tener razón de ser.

Al soltarse de los brazos, ambos compartieron risas, limpiando sus mejillas al mismo tiempo, mas cuando voltearon a mirar donde se suponía debía estar su progenitor; este ya se había ido.

—¿Dónde está él? —preguntó Álvaro.

—Acaba de irse —le contesté.

—Es verdad, dijo que debía irse pronto.

—Pero, ¿por qué? Tengo tanto que preguntarle. Llevo años sin saber de él, prácticamente nunca lo he conocido en mi vida, hay tantas cosas que quiero saber de él.

—Él me contó todo, yo te lo explicaré, hermano —cuando Letizia dijo esto, apretó su mano a la de él.

Álvaro miró los dedos de ella sobre los suyos, mostrando una singular sonrisa para luego llevar la otra mano a la mejilla de ella.

—Cuando llegaste a la oficina, sentí un cariño, completamente opuesto al de la atracción, esta sensación de protegerte y provocar sonrisas aún con el poco tiempo de conocerte, me ha llevado a todo esto. ¡Tengo una hermana! —dijo riendo, mientras pegaba la frente de ella a la suya—. ¡Tengo una hermana! —volvió a repetir, cargándola sobre sus brazos en el aire, a lo que ella asentía entre carcajadas.

—¡Papi, sí viniste!

Bajando a prisa por las escaleras, ella corrió a mis brazos abiertos y saltó a ellos para cargarla cerca de mi pecho.

—¿Por qué mamá abraza a ese señor? —preguntó curiosa, al ver a Álvaro y Letizia compartiendo su afecto por el otro.

—Princesa, él es mi amigo, y ahora será muy cercano a ustedes —le respondí.

—¿Amigo?

—Cariño, acércate —la llamó Letizia, por lo que yo la devolví al piso, y ella se acercó con un dedo en los labios, mirando extrañamente a Álvaro.

—¿Él será amigo como Raúl, mamá?

—No cariño, Álvaro es más que solo un amigo...Él es tu tío.

—¿Mi tío?

—Así es, mi cielo. Él y yo somos hermanos.

—¿Hermanos? El hermano de mami... ¡Ahora tengo más familia!

—¿Te gusta que sea tu tío, pequeña? —dijo Álvaro, colocándose en cuclillas para tomar el tamaño de mi hija.

Ella afirmó repetidas veces con la cabeza, y mirando alrededor suyo no dejaba de sonreír.

—Antes solo tenía a mi mamá, luego un nonno, después a mi papi, ahora un tío. Mi deseo se cumplió. ¡Tengo una familia grande!

—Un tío con sorpresa incluida —agregué.

—¿Sorpresa? —dijo ella queriendo saber más.

—¿Sabes? Pronto tendré un bebé —comentó él.