Capítulos 8 - Lección

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—¿Ah si que no te casaste? Y se supone que debo felicitarte o darte el pésame.

—No tengo razones para mentir, ¿qué ganaría? Así que no tengo idea de dónde sacas que me casé.

—Mira, eso ya no tiene importancia. Si tuviste una boda o no, no es asunto mío, Felipe —contesté, sin interés alguno—. Cada uno es dueño de sus acciones y destino, tú tomaste un camino y yo otro. Las cosas no cambian por el hecho de tener un papel firmado, y creo que eso sí lo entiendes, ¿verdad?

Con una frialdad que conocía de sobra, está vez ni siquiera parpadeó, se mantuvo erguido como si estuviera congelado.

—Por supuesto que entiendo, una firma jamás hace la diferencia, sobre todo cuando lo dice aquella persona que se victimiza, pero resulta ser peor que al que acusa.

Fruncí el ceño, siendo yo quien le sostuvo la mirada con la indignación creciendo en mi ser. ¿Cómo se atrevía?

—¿Qué tratas de insinuar?

—¿No es obvio? —apoyando su peso en el escritorio, acercó su rostro al mío—. ¿Cuánto tiempo estuviste de amante con el muerto, antes del divorcio? Porque es extraño que te hayas casado tan pronto como los papeles llegaron a mi abogado.

—Eso no te importa, además no tengo que darte explicaciones.

Volviendo a enderezarse, sonrió con arrogancia.

—Está bien, no es necesario que hables, ya tengo mi respuesta.

—Ah, ya veo. El ladrón piensa que todos son de su misma condición. Muy gracioso —dije, soltando un par de carcajadas—. Está bien, supongo que las personas piensan lo que quieren creer, perfecto. Y ya que terminaste de dar tu descargo, ¿podrías dejarme trabajar en paz? —fui lo más educada posible, en verdad ni yo reconozco la paciencia que tengo, ya le hubiera lanzado hasta la silla, pero creo que todos los obstáculos me han enseñado a tomar las cosas con calma y no perder la razón ante la mínima provocación.

—¿Acaso me estás echando?

—Pues eso es lo que intento, pero estás pegado a mi piso como una mosca a un pastel. Mira, yo solo estoy aquí para hacer mi trabajo, si tienes algún problema, habla con tu abuelo, fue él quien me pidió que aceptara, ya que cierto presidente ha dejado al borde de la quiebra una marca que tenía el mejor prestigio.

El rostro de Felipe se endureció, sus ojos parecían querer saltar.

—No hables de algo que no sabes —dijo con voz profunda y seria—. Tú no... Hablaré con el abuelo, no es posible que hayas venido a burlarte de mí para demostrar tu odio y resentimiento por lo que ocurrió en el pasado, ¿qué pensarán los demás?

Soltando un largo aliento, relajé mi postura. Él era como un adolescente enojado.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora