AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)

Capítulo 34 - Un beso en la noche

POV Felipe

Es de noche, veo lo amplía y vacía que se ve la casa sin nadie que me haga compañía. Sí, parezco un triste y pobre perro abandonado, destrozado, manipulado, y hasta cierto punto humillado, pero entonces, recuerdo quién soy. ¿Qué demonios estoy haciendo con mi vida? ¿A qué punto he llegado como para dejar que manejen mi vida?

—Soy Felipe de Borbón, el presidente de una de las más famosas empresas de moda. Soy quien maneja la vida de los empleados, no el que se deja manipular. Se acabó el títere, se acabó el idiota que no tiene el control de su vida. Si alguien me golpea, aquí estoy para responder. Escucho el timbre a mi puerta, sé que nadie contestará, ya que el empleado viene en la madrugada, de modo que me veo en la obligación de contestar. Solo para tener en frente a quien me ha visto la cara de idiota por muchos años.

—¿Qué quieres, Isabel? —le pregunto con frialdad.

Ella me mira con los ojos suplicantes y llorosos, tiene las manos juntas y los labios le tiemblan. Esa es la típica cara que usaba para provocar mi lástima. Ironía de la vida, si en un momento me sentí mal por ella, ahora solo deseo ahorcarla, sería capaz de matarla si no estuviera cuerdo, pero no. No pienso ensuciar mis manos en algo que no vale mi tiempo.

—Felipe, por favor —me dice sollozando—. Mi amor, no puedo vivir más sin ti. Me he equivocado, pero te amo, te juro que mis sentimientos son reales. Si hice todo aquello, fue porque estaba desesperada. Yo...

—Hiciste eso porque no tienes la capacidad de amarte.

—¿Qué?

—Isabel, ahora no tienes peso en mi vida, y tú lo sabes —la señalé—. Lo único que me mantenía unido a ti, era la culpa de pensar que llegaste a perder un bebé mío. No sé ni cómo diablos ocurrió, porque no tengo recuerdos de cómo terminé en tu cama.

—¿De qué hablas? Fuiste tú...

—Mejor cállate, que después de saber que la abuela te ayudó con lo del falso embarazo, no me sorprendería enterarme que ustedes me tendieron una trampa para que de alguna manera yo acabara contigo.

—¿Qué estás diciendo? —pregunta ofendida—. Felipe, yo jamás...

—No me interesa oírte ahora, y por favor, retírate de mi casa.

—¡No! —negó con la cabeza—. ¿Vas a traerla a ella, ¿verdad? ¿Vas a hacer que esa mujer vuelva a esta casa? ¡No lo voy a permitir!

—Te vas por las buenas o te vas por las malas. Ya tuve suficiente de ti, como para seguir aguantando tus ataques de histeria.

—Yo fui tu primera esposa, Felipe. Yo fui tu primer amor. ¡Nosotros estábamos casados, fue ella quien arruinó todo! Íbamos a ser felices Felipe, ¡Felices! Pero Letizia apareció y te obligaron ¡Entiende que te obligaron! Aprovecharon tu debilidad y te forzaron a una boda que no querías. Ella siempre será la otra mujer, y eso nunca cambiará.

—¿Otra mujer? ¿Hablas de Letizia como la otra mujer? ¡Yo me divorcié de ella para darle un hogar a un bebé inexistente! ¡Tú fuiste la otra mujer! Yo estaba casado con Letizia, aprendí a quererla, llegué a amarla ¡Mierd@! ¡Yo quería todo con ella! —empecé a sentirme furioso—. Pero pensé en el bebé, quise que ese niñ0 creciera en una familia, que no estuviera solo como yo lo estuve. ¿Y qué hice? Eché de mi vida a la única mujer que me amó tal y como era. Me obligué a decir cosas que no sentía para que ella me odiara, porque preferí eso, a tener que verla convertirse en lo que tú eres ahora.

—¡Yo no soy como ella!

—¡Por supuesto que no eres como ella! Compararlas, sería un insulto para Letizia.