AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)

Capítulo 47 - Todo lo que perdí

POV Felipe

Estoy absorbido por dos sensaciones, y mis ojos no pueden evitar desviarse al vientre de Letizia, pensar que no pude ver el desarrollo de quien es mi única hija, no haber presenciado sus primeras palabras, sus primeros pasos. Todo... Todo lo que perdí.

—¿Cómo fuiste capaz, Letizia? —negué con la cabeza—. ¿Cómo te atreviste? ¿¡Cuánto tiempo ibas a estar callada!? Ella solo guardó silencio, más su mirada siguió siendo dura.

—¡Responde Letizia! —exigí, apretando sus hombros.

—No tengo que darte más explicaciones, ya lo sabes y es más que suficiente.

—¡Por supuesto que tienes que explicarme! Ahora mismo vas a decirme por qué mantuviste ese secreto por tantos años.

—¡Suéltame! —ella se soltó de mis manos, retrocediendo a frotar sus hombros adoloridos—. ¿En serio te atreves a preguntar? ¿Acaso tienes amnesia? Me pediste que me fuera de tu vida para que tú formaras tu familia con Isabel. Eso hice, te dejé en paz.

—¡Eso no justifica nada! —entre la emoción y rabia, lo segundo iba ganando—. ¡Me quitaste a mi hija! Letizia... Yo perdí a un hijo inexistente. Yo creí que...

—Ahora quieres que Leonor ocupe ese lugar.

—¡No! —respondí con desesperación—. Letizia... Yo tenía derecho a saber de ella, ¿por qué ocultaste tu embarazo?

—Y dime, hubiera cambiado en algo si yo te decía sobre mi embarazo. ¿Hubiera cambiado el hecho de que me pidieras el divorcio? ¿Hubiera...? —ella respiró hondo, llevando su mano a su cabeza—. No... No quiero discutir, y ya no tiene caso hablar de lo que pasó. Todo es como una historia ya escrita. Cada uno tomó decisiones, que buenas o malas, nos han llevado a esto.

—Letizia, si yo hubiera sabido que estabas embarazada, no habría...

—Como te lo dije Felipe, no quiero discutir. Han sido días agotadores, estoy cansada. Solo quiero irme a casa y dormir un poco. No voy a impedir que conozcas a tu hija, es tuya y pese a todo, ella te necesita.

—Letizia, yo te...

—¿Mami?

Escuchamos la voz de la pequeña acercarse, por lo que tuvimos que callar y fingir que todo estaba bien.

—¡Mami! —exclamó al encontrarnos, para correr a los brazos de Letizia y saltar a ella.

—Cariño mío —contestó Letizia, cargando a la pequeña de dulce sonreír.

Cerré mis ojos y pensé en cuántas veces habría querido ser sostenida por su padre. Quise proteger a un hijo inexistente para evitar su soledad, y dejé a la que verdaderamente me necesitaba. ¡Mierda! No me siento bien, cada segundo siento una opresión en mi pecho, esto me está matando.

Veo a Letizia acariciar tiernamente la cabellera de su hija, mientras ella le corresponde sonriente.

¡Maldición! Me destruye el corazón. Esa es la escena que me he perdido en años, una familia, una que yo mismo aparté. Al fin y al cabo, yo la eché de mi vida. Dije cosas que lastimaron pensando que sería lo mejor, tomé decisiones absurdas y herí a quien me dio amor, lo perdí todo.

—¿Señor? ¿Por qué sus ojos son tristes cuando mira a mi mami?

—Emm, no pasa nada. Se metió algo a mi ojo, no te preocupes, Leonor —le respondo.

—¿Mami, me bajas?

Estando de regreso en el suelo, veo que sus pasitos vienen a mí, y por un leve instante me parece estar viendo a una bebé dar sus primeros pasos. Una realidad paralela, una donde nada de esto pasó, dónde esta pequeña me llama papá y yo nunca me divorcié de Letizia, pero eso es imposible, esta es mi vida, que buena o mala, es la real. Ella estira sus brazos, como si pidiera que la cargara, a lo cual no me niego.