Capítulo 21 - Inesperado

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Manejé sin tener un lugar en mente, solo la luna era mi guía, hasta que vi que me quedaba sin gasolina, y eventualmente ya no pude encender el auto.

—¡Maldita sea! —dije, golpeando el volante. Llevando mi mano a mi pecho, sentí mi respiración agitada. Estaba en plena crisis de ansiedad, me costaba respirar. ¿Hasta dónde? ¿Hasta dónde habían llegado con tal de manipular mi vida? ¿Qué creían que soy? ¿Un títere, un juguete, un cuerpo vacío y sin alma?

Abrí la ventana de mi auto, sentía la escasez de oxígeno en mis pulmones.

—Un engaño... —alcancé a decir, tocando mi corazón, mientras me esforzaba por no perder la conciencia. Nadie me vio como un ser humano, solo he sido una pieza de ajedrez para ganar algo a cambio. Un puto objeto que se da a cambio de riquezas y poder.

—Todos han querido manipular mi vida... Entonces, pensé en una persona en especial. Siendo sincero, creo que fue la única que me vio como un ser humano.

*Flashback*

—¡Felicidades! Llevando un gorrito de cumpleaños en su cabeza, y un pastel de cumpleaños en sus manos, Letizia me despertó muy temprano en mi habitación. Llevábamos un año y medio de estar casados y las cosas no resultaron ser tan malas. Admito que incluso me fui acostumbrando a su alocada energía. Era como una rutina llegar a casa y que ella me recibiera con algún nuevo intento de postre y un abrazo, que a mi aún no me agradaba del todo, sin embargo, no la apartaba.

—Pide tu primer deseo —sonrió, esperando que sople su intento de pastel. Ella se dio cuenta de mi mirada incrédula.

—Lo sé, no se ve tan bien, pero te doy mi palabra de que te vas a chupar los dedos.

—¿Estás segura que no voy a morir intoxicado?

—Que cruel, lo hice con mi amor. Evité mirarla, pero al final no pude evitar mirar esa sonrisa ancha, así que, me animé a soplar.

—Acerca el pastel —le pedí, a lo que ella asintió con energía, sentándose cerca de mí.

—Cierra los ojos y pide un deseo, algo que desees con toda el alma. La miré de reojo, ella se veía tan feliz, entonces bajé la vista, notando su mano vendada.

—¿Qué te pasó? —mostré interés en saber.

—Eh... Nada en especial, pide un deseo —trató de desviar el tema, ocultando su mano bajo la manga de su suéter. Mas esta vez, le quité el pastel y lo dejé a un lado, para tomar su mano vendada.

—No es grave, es algo muy pequeño, casi ni se ¡Auch!

—Te quemaste —confirmé al retirar la venda.

—Bueno, los pasteles son más complicados que unas galletas o bizcochos, fui imprudente. Exhalé, negando con la cabeza.

—No debiste hacerlo, pudo haber quedado peor, será mejor que vayas a un médico.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora