Capítulo 44 - Te prefiero como amigo

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POV Felipe

Al día siguiente, y después de haber refrescado mi cabeza, volví a centrarme en revisar las cámaras de seguridad. Llegando al punto donde lo dejé por última vez, pero esta vez logré encontrar algo más, y supe que debía decírselo.

—Ya estoy aquí —dice Letizia, tras haberla llamado a mi oficina.

—¿Podrías cerrar la puerta? —le indico.

—Preferiría mantenerla abierta, así me siento más segura —me responde, y comprendo su desconfianza, pues la última vez mis partes bajas tuvieron su respuesta, sin embargo, lo vuelvo a recalcar, no me arrepiento de haberla besado. Ese fue un instante en que sentí mi alma regresar a mi cuerpo.

—¿Al menos te sentarás? —le señalé la silla, pero ella negó.

—Traigo prisa, aún tengo mucho trabajo pendiente —me contesta.

—Pero esto es importante. Acércate —le pido.

Resoplando un mechón con sus labios, ella accede a mirar en la pantalla de mi computador.

—Son las cámaras de seguridad de aquella noche.

Su rostro está cerca y puedo oler su aroma a gardenias. Pasó saliva ante lo que esto provoca en mí ¡Mierda! Ni siquiera la he tocado y ya tengo un maldito bulto dentro de los pantalones, ¿y por qué tiene que vestir con esa falda tan corta? Bajo la mirada y tengo la visión de sus suaves glúteos y pantorrillas. No es momento de pensar en esas cosas, pero cuando trato de poner mi atención en la computadora, mi mente me traiciona y recuerdo lo delicioso que era cuando besaba su cuerpo y ella gemía de placer.

—Es exactamente como me lo dijo, Raul —comenta ella, sin darse cuenta de la erección que tengo—. Yo te quería decir, pero tú no quisiste escuchar, en lugar de eso tú... ¿Qué te pasa? —me pregunta seria, cuando nota que aprieto los dientes—. Parece que quieres ir al baño o...

Es entonces, que ella se percata de mis manos tratando de ocultar el despertar de mi virilidad.

—Te dejaré solo para que desahogues tu problema —dice, dando dos pasos, sin embargo, yo no puedo dejarla ir, cuando está tan cerca.

Ahora mismo, aquí en mi escritorio, sobre los documentos. Quiero besarla, tocar su cuerpo desde la cabeza hasta la punta de los pies, deseo restregarme en su piel, saborear su esencia, hacerle el amor como en los viejos tiempos. ¡Maldita sea! ¿En qué momento? ¿A qué punto estoy llegando que con solo mirarla tengo erecciones que no he tenido en años? La respuesta podría estar en el tiempo que llevo sin tener sexo.

—Sí, retírate —le digo, dándole la espalda. Letizia se va, y yo me quedó con una sensación dolorosa que amenaza con romper mi pantalón. Ojalá pudiera desahogarme con una revista o una simple película, pero no. Mi cuerpo reacciona solo cuando está ella.

—¿Y ahora qué pasó? Te volvió a dar en los bajo —escucho la voz de burla de Álvaro a mis espaldas.

—Tú quieres que me vuelva un asesino, ¿cierto? —lo miro con frialdad, a lo que él solo ríe escandalosamente.

—Más bien diría que él muerto eres tú. Amigo, yo al menos puedo controlar esas reacciones en mi cuerpo, pero tú estás a un paso de morirte.

—¡Ya cállate!

—Ja, ja, ja —se burla de mi reacción—. Mira, porque no vamos a un bar está noche, quizás sea el estrés lo que te tiene así. Tomamos unas cuantas copas y verás que sales como nuevo.

—Seguro son unas copas que yo pagaré.

—Oye, estoy tratando de ser buen amigo, sabes que yo no dispongo de mucho dinero, pero para que veas que soy bueno. Desde ahora te digo que yo pagaré lo que tu consumas.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora