Capítulo 45 - Otro papá

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POV Felipe

—Te dije que unas copas estarían bien, y mira seguimos en pie —me dice Álvaro, en lo que nos dirigimos a mi auto, cuando de repente, él señala a lo lejos.

—¿Esa no es Letizia? —me indica.

Giro la cabeza, pensando que tal vez ya le fallaba la vista a Álvaro, más cuando noto que efectivamente es Letizia, mis manos se hacen puños.

—Ay amigo —suspira Álvaro —. Creo que ellos...

Ambos estaban muy acaramelados, ella no dejaba de restregarse en su pecho. ¿Era verdad que solo eran amigos o me estaba ocultando algo? Mis piernas han reaccionado solas, y estoy detrás de ellos, controlo mis impulsos, más estos amenazan con saltar.

—Oh, señor Felipe —me dice cuando ella logra verme. Es así que él también voltea a verme.

—¿Por qué están juntos? ¿A dónde van? —mi voz no puede evitar ser más dura de lo normal.

—Ya estás pensando cosas raras —me señala—. Vámonos, Raul. Tengo sueño como para quedarme a discutir.

—No, tú no te vas con él. Definitivamente, no lo iba a permitir.

—¿Qué bebió? —le exijo saber.

—Se pasó con las bebidas, no ha ingerido nada fuera de lo normal.

—No le expliques nada, Raul.

—¡Ya vámonos! —escucho exclamar a alguien más desde la camioneta.

—Sonsoles — Álvaro murmura sorprendido—. Felipe, no creo que ellos... Parece que él dice la verdad.

—De cualquier modo, no me agrada. Yo voy a llevarla. Saco la llave de mi bolsillo y se la entrego a Álvaro.

—Lleva a Sonsoles a su casa. Debe tener la dirección en alguno de sus documentos.

—¿Estás seguro? Y si choco tu auto.

—Lo pagarás con tu sueldo, y ya llévala de una vez.

—¡El regala donas! —exclama Sonsoles, al ver a Álvaro.

—Vamos, ven conmigo.

—¿A dónde me llevas?

—A casa, no pienses en nada malo.

Álvaro logra subir a Sonsoles a mi auto, y antes de despedirse, me afirma que devolverá mi auto en la mañana.

—Letizia me pidió que la lleve a su casa —el doctorcito parece oponerse.

—Eso no me interesa, además —le señalo a sus espaldas—. Parece que por allá te llaman. Él da la vuelta y se encuentra a unas jóvenes que no dejan de verlo con insistencia.

—Maldición, ellas también —murmura por lo bajo —tensa su mandíbula, me mira con amargura, pero decide soltar a Letizia.

—Puede que inspires confianza a otros, pero a mí no. Tanta amabilidad debe ser una fachada para ocultar algo. Me llevo a Letizia a la camioneta tras terminar de decirle las cosas en la cara. Por lo visto, esta vez ella no está bajo el efecto de ninguna sustancia, se muestra tranquila.

—¿Él te dio de beber? —le pregunto.

—¿Qué es lo que buscas, Felipe? —me interrumpe—. Anda, dilo de una vez.

—¿Buscar? —estacionándome en cerca a unos árboles, le contesto: Te estoy llevando a casa.

—Sabes de lo que hablo —está vez ella me observa—. ¿Por qué apareces cuando estoy así? ¿O por qué me ofreces tu ayuda? ¿Qué pretendes?

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora