Capítulo 50 - Tu conveniencia

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POV Letizia

Dos días después, estoy dejando a mi hija en la escuela, ella se despide con alegría, agitando su mano, mientras la maestra se la lleva.

—Camilo vendrá a llevarte en la tarde —exclamo, antes de encender mi auto y mandarle un beso volado a mi niña. Aún tengo tiempo de sobra para llegar al trabajo, miro la hora en mi celular solo para estar segura, me sobra una hora.

—Primero comeré algún bocadillo, se me antoja algo dulce —digo para mí, cambiando la dirección en la que voy. Llegué a un autoservicio, pedí un tiramisú que me comería con las ansias de que mi lengua degustara de este dulce postre.

—Esto es gloria —murmuré al darle un mordisco. Planeo darle otra probada, cuando mi celular interrumpe.

—Ay no puede ser —desanimada, dejo mi tiramisú en el otro asiento y contesto, chupando mis dedos—. Diga.

— Letizia, soy Raul.

—¡Raul! —exclamo avergonzada. No hemos vuelto a hablar desde esa última vez en que me pasé de copas con Sonsoles.

Señor, como desearía haber cerrado mi boca y no haberle dicho que me gustaba. Es decir, no mentí. No había visto a Raul de otra manera en todo el tiempo que nos conocíamos, pero pasar muchos momentos a su lado y cuando me tocaba... Mi mente había confundido las cosas. Lo prefiero como mi amigo, pero después de abrir la boca, no sé cómo lo tomará.

—¿Tienes un momento? Estoy saliendo del hospital.

—Oh, Raul... En realidad...

—Te juro que no será mucho tiempo.

Bueno, no iba a esconder la cabeza como un avestruz, al toro por las astas y sin anestesia.

—De acuerdo, dime dónde estás y llegaré pronto.

—Acabo de salir, dejé mi auto en el taller así que mejor dime dónde estás tú, tomaré un taxi para llegar.

—No, no es necesario, yo pasaré por ti.

—Bueno, si así lo prefieres está bien.

Ir al hospital estaba más cerca que ir a la empresa, por lo que no me resultó un problema llegar rápido. Hallé a Raúl sosteniendo su maletín, mientras veía algo en su celular.

—¡Raúl! Aquí estoy —le grité, sacando mi cabeza y brazo por la ventana. Al verme me devolvió el saludo.

—Sube —lo invité, tras abrirle la puerta que estaba a mi lado—Podemos conversar, mientras te llevo a casa, imagino que estás cansado.

—Bueno, es verdad. Estuve de guardia.

—Lo imaginaba. Encendí el auto, luego de que él se ajustará el cinturón.

—Lamento el desastre, estaba comiendo o bueno... Sigo comiendo.

—Ya veo, incluso traes un pedazo pegado en el labio superior.

—¿Lo dices en serio? —me froto la boca con la mano con la finalidad de limpiarlo—. ¿Se quitó? No logro ver la mancha.

Él sonríe al ver mi gesto.

—A ver, déjamelo a mí —él estira su mano y haciendo un movimiento ligero con su pulgar, frota mis labios. Entonces al mirarlo, veo sus labios entreabiertos, concentrado en mirar donde su dedos toca.

—Raúl —aparté mi rostro de su tacto—. Sé que querías hablar conmigo, y lo cierto es que yo también deseo hacerlo. El silencio reina, ambos nos conocemos lo suficiente como para saber lo difícil que es es hablar de algo tan delicado como esto. Siendo sincera, he conocido a Raúl más tiempo que a Felipe.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora