Capítulo 23 - No confió en el

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¿Cuál es el papel de amigo en estos casos? Dicen que debemos apoyarlos, pero para estos casos, pienso que hubiera sido mejor dejarlo ahogarse bajo el grifo del agua.

—¿Qué estás diciendo? Eso no tiene sentido.

—Por supuesto que lo tiene. Eso explica que la niña sea grande.

—Estás pensando lo que tú quieres, y sabes en el fondo que eso es imposible.

—¿Y tú por qué estás tan seguro? Ni siquiera la conocías bien, ¿estás seguro que no te gusta?

—Y dale con eso... —me estaba cansando—. Que no, no me gusta, solo le tengo respeto—. Además, que los hayas visto juntos, no significa que ese hombre sea el padre de la niña.

—La pequeña lo dijo muy segura, ella mencionó a sus padres.

—¡Está bien! Después de todo ustedes están divorciados. Tú fuiste claro, Felipe, dijiste que no te importaba si se casaba, tenía pareja, o en todo caso si tenía hijos. Bueno, ella lo tiene, ¿qué hay de malo? Es una mujer, no tu mujer. Cambia esa mentalidad de creerte dueño de lo que tu renunciaste.

—Sabes los motivos por los que acabó.

—Sí, por ser un estúpido. Salí de su oficina, dejando a Felipe con una verdadera mirada de demonio. Esta vez estaba de lado de Letizia, aunque él fuera mi amigo, no iba a seguir escuchando tanta tontería junta. Entré al ascensor, esperando llegar al piso que me corresponde, más un piso abajo, entró otra persona.

—Ay Dios... —suspiró con fastidio.

—Uy, tan temprano y de mal humor —dije, pero ella no contestó—. Un saludo no le quita lo cortés a nadie, al menos un "hola".

—No voy a hablarte.

—Acabas de hacerlo.

—Trato de llegar al primer piso, no me molestes —respondió sin mirarme.

—Imagino que no comiste nada, yo también ando de mal humor cuando tengo el estómago vacío.

—Prefiero usar las escaleras —ella iba a apretar para salir del ascensor, cuando notó mis manos sacar la caja de donas glaseadas.

—Estás son deliciosas, aunque, creo que son muchas para una sola persona. Tal vez tenga que tirarlas a la basura.

Miré de reojo a la amiga de Letizia, quien se quedó congelada ante lo que veía en mis manos.

—Donas glaseadas... murmuró, al mismo tiempo que su estómago rugió.

—Pero ahora que recuerdo, ya comí de otra caja en el camino —la miré, y entonces le ofrecí la caja—. ¿Deseas tenerlas?

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora