Capítulo 75 - Hablemos

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—Felipe, ¿qué pasa? —dije al subir mis manos a su espalda—. ¿Está todo bien?

—¿Papi? —dijo nuestra hija, acercándose a nosotros—. ¿Estás bien? Entonces, fue cuando él asintió, alejando su rostro de mi hombro.

—Todo está bien —contestó, mirándome a los ojos—. Date prisa, princesa, vamos a la escuela.

—Sí, papi.

Leonor salió corriendo a tomar su mochila. Felipe ya llevaba su maleta para irse, parecía que quería decirme algo, pero solo sonrió.

—Me alegra que estés aquí —finalizó.

...

Luego de darme una ducha y cambiarme en una antigua habitación. Le pedí a Camilo que por este día estaba bien quedarnos. Mañana podríamos regresar a casa y llevar nuestras cosas sin prisa. Así que, luego de estar lista, salí a reunirme con mi equipo en el trabajo. En estas circunstancias no podía dejar pasar un solo día.

La primera que me recibió fue Sonsoles, quien corrió a abrazarme con fuerza.

—Regresaste, Letizia. Te extrañé tanto, amiga.

—Yo también, y te traje un regalo —saqué de mi bolso unas donas que ella amaba, pero cuando los vio, su reacción fue inesperada.

—Ay, perdón... —dijo, llevándose las manos a la boca, para correr con dirección al baño. Ella volvió dos minutos después, se había mojado el rostro y se veía algo pálida.

—¿Todo bien?

—No lo sé, últimamente no puedo comer las cosas que me gustaban. Trataré de ir al médico cuando tenga tiempo.

—¿Letizia? ¡Pero qué maravilla!

Álvaro se acercó con una sonrisa amplia, y al percatarse de Sonsoles, su expresión cambió.

—Que gusto que hayas regresado, Letizia. Hola, Sonsoles.

—Tu mujer vino a dejar un mensaje con la recepcionista. Deberías ir a tomar la llamada —contestó Sonsoles, marchándose en el acto. La mirada de Álvaro cambió, y solo se disculpó antes de alejarse.

—¡Vaya! ¡Entonces regresaste! Al darme la vuelta, encontré a la abuela de Felipe y a Isabel acompañándola.

—Ay no puedo creerlo —murmuré para mí misma.

—¿Y qué tal sus vacaciones su majestad? —el sarcasmo en la voz de Isabel fue notorio.

—Bien, excelente y sin ratas.

—¡¿A quién llamas rata...?!

—Compórtate —le ordenó la anciana, para luego dirigirse a mí—. No podemos rebajarnos a una mujer como esta. Nuestra clase no nos lo permite.

—¿Clase? ¿Acaso son animales? —contesté, y con esto la abuela tensó sus manos.

—Mira, muchacha de porquería, tú no...

—¿¡A quién llaman porquería!? —Felipe gritó, llevándose la atención de todos—. ¿Cómo se atreven a decir eso?

—Felipe, todos te están escuchando, no es...

—Me vale, y esto es algo que no voy a tolerar en mi empresa.

—Hijo, soy tu abuela. Tú no puedes...

—¡Claro que puedo! —exclamó con frialdad—. Y en este momento se largan las dos.

—Felipe... —Isabel trató de acercarse.

—¡Seguridad! —llamó.

—¡No puedes echarme, soy accionista!

—Me interesa poco que seas accionista.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora