Capítulo 94 - Sentencia y Destino

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Días después, Felipe fue dado de alta, nuestra hija fue la más feliz de ver a su padre salir del hospital, que corrió a sus brazos, en lo que él la levantaba en los brazos.

—Papi, papi... —repetía, pegando su mejilla en el pecho de su padre, para sentir la calidez y latidos del corazón de Felipe.

—Mi princesa, ha sido muy difícil estar estos días lejos de ti.

—¿Y vendrás a casa con nosotras? Mami estará muy feliz de que estés con nosotras, podremos jugar a pintar y hacer muchos pasteles en la cocina. No quiero que te vuelvas a ir papito.

Felipe me observó, y yo conmovida desde la distancia donde los observaba, asentí.

—Aun cuando las cosas parecen oscurecerse y no hallar una luz para salir, estaremos juntos, sin importar que suceda. Tu mamá y yo vamos a amarte toda la vida.

—Ahora sí tendrás el hermanito que tanto querías, Leo —añadió Camilo, estando a mi lado.

—¿De verdad, mamá? —pregunto a mi hija volteando a verme? Mis mejillas se tiñeron, y tratando de llevar la incomodidad del resto de las miradas en el hospital, esquivé la pregunta.

—Ya veremos hija, ahora tu papi debe descansar, lo llevaremos a su casa.

—¿Viviremos en su casa ahora? —preguntó ella con inocencia.

—Yo no tendría ningún problema. Esa casa es muy amplia, y aunque la de ustedes es más grande, quisiera poder reemplazar los antiguos recuerdos por los nuevos.

Entendía lo que se refería. Mi corazón latía tan fuerte que sonriendo me acerqué para tomar a mi hija en mis brazos.

—Si somos una familia, habrá que estar juntos.

Ellos entendieron mi respuesta, y la más emocionada fue mi hija, que, en medio de aplausos, celebró que fuéramos a vivir como una familia tradicional. Así sucedían las cosas, de manera inesperada. Tiempo atrás nunca me hubiera imaginado estar volviendo a esa casa, y menos pensar en convivir con quien una vez fue mi esposo, ya que creí que no volvería a amar, tantas cosas habían cambiado desde entonces, y pienso que algunas cosas suceden por algún motivo. Tanto Felipe cómo yo éramos muy inmaduros, tan jóvenes como para no estar preparado para enfrentar la vida, cada uno tuvo que tomar distintos rumbos y enfrentarse a los golpes del destino, resistirlos o luchar contra él, para al final salir de esto con el puño en lo alto.

...

Al día siguiente, nos encontrábamos desempacando nuestras pertenencias en la propiedad de Felipe, los hombres aportaban para sacar las cosas del camión, mientras que Camilo los dirigía, y mi hija jugaba con Ben en el jardín de la gran casa.

—¿Qué es lo que haces? —me sorprendí ante la abrupta presencia de Felipe al aparecer detrás de mí en la cocina.

—¿Por qué haces eso? Me asustaste, estoy preparando un poco de limonada para los hombres que están desempacando nuestras cosas.

—Entonces... ¿Te estás tomando la molestia de prepararles algo de beber a personas desconocidas? Por el simple hecho de hacer su trabajo.

—Solo es un poco de agradecimiento, y con este sol infernal, algo con que refrescarse no estaría mal.

—Bueno, yo también tengo sed —contestó serio.

—Por supuesto, creo que hice lo suficiente como para que puedan compartir. Espérame aquí un segundo, iré por los vasos.

Tranquilamente me di la vuelta, sin sospechar nada malo, tomando los vasos suficientes para poder darle a los trabajadores, sin embargo, cuando regresé, encontré a Felipe tomándose hasta la última gota de limonada de la jarra.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora