Capítulo 60 - Abrupto encuentro

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POV Álvaro

—¡Genial! Más trabajo —dije tras soltar los documentos en el escritorio—. A quien engaño, estaré feliz si mi amigo logra establecer un vínculo con su hija. Espero que le vaya bien, y que no lo arruine —levanté las manos al aire en plegaria—. No soy muy buen creyente, pero Dios porfavor que Felipe dejé de ser tan Bestia, amén.

Revisando los archivos, recordé el pedido que Felipe me encargó antes de que se fuera. Levanté el teléfono y me comuniqué con la secretaria, ella daría el aviso, por lo que mientras esperaba, seguí con lo mío, hasta que unos minutos después, ella ingresó sin percatarse de mi presencia.

—Mandó a llamarme, señor Bor... ¿Qué haces ahí? —me señaló, totalmente confundida por mi presencia en el asiento de presidencia.

—Bueno, estoy a cargo.

—Como sea, dime qué necesitas porque debo regresar donde verdaderamente me necesitan.

—Yo también te necesito —le contesté. Ella parpadeó, bajando la vista por unos instantes, pero luego volvió a mirarme con seriedad.

—Di lo que necesitas.

—¿Podrías al menos sentarte? —le señalé el asiento frente a mí.

—Supongo que no tengo opción —ella se acomodó en el asiento, sus manos se cruzaron en su pecho, moviendo inconscientemente sus bien proporcionados atributos.

¿Eran así de firmes?

¡Carajo! ¿Qué fue eso? Sacudí mi cabeza para apartar tales pensamientos, volviendo a concentrarme en el trabajo.

—Veras Sonsoles, hay un pedido grande desde Italia, el último desfile ha logrado dar la vuelta al mundo, posicionando a Borbón y Grecia entre los primeros del ranking.

—De acuerdo, deberé hablarlo con las chicas para empezar, ¿algo más?

—Sí —respondí, mirando su traje elegante—. Sabes que Letizia volverá mañana, ¿cierto?

—Lo sé perfectamente, me llamó muy temprano.

—Entonces, no deberías tener esos aires de grandeza. No te sienta bien.

—¿Aires de grandeza? Soy igual que siempre, estoy pisando tierra firme —su ceño fruncido forma una expresión adorable, por la que no puedo evitar reír—. ¿Te burlas de mí? —se enojó.

—No... Lo lamento, no quise hacerlo, sé que no está bien esas actitudes mías.

—Pues deberías guardar esas actitudes para quienes sean tus cercanos.

Desconcertado, abrí los ojos tratando de entender su comportamiento tan lejano.

—¿Estás enojada?

—No es enojo, simplemente tú y yo no somos cercanos para que estés burlándote de mí, mantengo mi distancia.

—¿Por qué eres así?

—A qué te refieres, siempre he sido cuidadosa.

Alejándome del asiento, me acerco a ella, tratando de establecer una conversación donde no esté a la defensiva.

—Una cosa es ser cuidadosa y otra ser amargada.

—¿Amargada? —se indignó, llevando sus manos a las caderas—. ¡Soy prudente!

—¿Sabes? La noche que te llevé a tu casa, dijiste algo que no logré entender. Me dijiste que solo me darías una hora de atención por ciento cincuenta billetes, no comprendí, pero supuse que estabas hablando de los clientes que atendemos en oficina—al mirar su rostro, descubrí sus mejillas rojas—. ¿Estás bien?

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora