Capítulo 27 - Preparen los papeles de Santorius, esto acaba aquí.

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El Sr Santorius quitó todo su dinero, admito que es un golpe muy fuerte a los bolsillos de todos los accionistas que aportan su dinero para que Borbón y Grecia siga en pie, pero no era posible seguir trabajando con personas como Isabela. Sé que puedo sonar egoísta, pero ni todo el dinero del mundo vale mi paz lejos de una mujer que solo me vio como un imbécil y estupido títere.

—Esto es terrible, Felipe—dijo Alvaro, mostrándome los datos en el computador—. Santorius tal vez no sea el más adinerado de nuestros accionistas e inversionistas, pero su salida ha provocado que la balanza a la bancarrota vaya a favor del fracaso. Amigo mío —suspiró con pesar—. La empresa no tiene cómo salir de esto. Ni siquiera el proyecto que está en manos de Letizia podrá salvarnos, no hay más dinero para el pago a los empleados, solo queda darles su liquidación.

—No, eso no va a pasar —aseguré—. Convocaré a una reunión mañana muy temprano, pero no podemos paralizar el trabajo.

—Es una situación muy complicada, Felipe, ¿qué piensas hacer? —preguntó mi abuelo que estaba sentado en mi oficina, mientras Alvaro me explicaba las consecuencias de esta salida.

—Por ello convocaré a una reunión, abuelo.

—Lo lamento amigo, sabes que soy muy optimista en todos los casos, pero esto es más difícil de lo que se ve —añadió Alvaro—. Nadie querrá invertir en una empresa que va en picada.

—Yo dejé que esto sucediera, siempre hay una solución y la hallaré.

—Solo un milagro logrará eso, amigo, pero por otra parte me alegro que hayas roto vínculo con ellos. Alvaro guardó los datos en la máquina, y se marchó. Rendido por el cansancio, me senté con las manos en la cabeza.

—Vamos Felipe —dijo, acercándose a apoyar sus manos en mis hombros—, puedes hacerlo. Ahora todo se ve complicado, pero podrás lograrlo. Ya has dado el primer paso, solo debes seguir caminando.

—Abuelo... —suspiré, colocando mi mano sobre la suya—. No han sido días fáciles para mí, ahora mismo quiero gritar y romper todo lo que está en mi oficina, siento un dolor intenso en mi cabeza, pero más por lo idiota que fui.

—Bueno, no voy a decirte que no lo fuiste, cometiste muchos errores, al menos lo reconoces, no como tu padre que ni le importa lo que suceda con la empresa, ya lo viste, tomó su herencia y se largó con una mujer veinte años más joven que él.

—Esto es diferente, abuelo. Pues mi padre se perjudicó a sí mismo. Yo he perjudicado a personas que no lo merecían.

—¿Hablas de Letizia?

—La acusé injustamente, abuelo.

—Ay por Dios, ahora qué le hiciste.

—No hablo de este tiempo.

—¿Puedes ser más claro? No te comprendo.

—Quiero decir que Isabel nunca estuvo embarazada, abuelo. Todo... ¡Mierda! —golpeé el escritorio con mi puño—. ¡Todo fue una maldita mentira!

—Ay Hijo... —suspiró mi abuelo con pesar—. No sé qué decirte para calmar tu decepción.

—Isabel fingió un aborto, le echó la culpa a Letizia, y yo creí todo... Le dije tantas cosas que no merecía. La llamé asesina.

—¿Qué - qué hiciste? Felipe, ¿en qué estabas pensando?

—Me dejé llevar por la inmadurez e ira.

—Ay señor... —exhaló—. El daño ya está hecho, pero... No me explico, ¿cómo fue que esa mujer logró engañarte con un embarazo? ¿Nunca fuiste a un control prenatal?

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora