Aquel que no aprende de su error, está condenado a repetirlo, y yo tardé lo entendí. Mírame, Felipe —mi abuelo me observó con los ojos enrojecidos—. El camino se va haciendo corto, tarde o temprano voy a dejar este mundo, y cuando eso suceda, no quiero irme sabiendo que tú tendrás el mismo destino que yo.
—Abuelo, tú no sabes la gravedad de las cosas. Hay algo que ella no sabe y...
—¿Y por eso vas a vivir encerrado en tu amargura eternamente? No tientes al destino, Felipe. Yo lo hice y mira como terminé. Para el mundo yo he sido un hombre muy afortunado con familia y dinero, sin saber qué hace mucho mi alma murió —pasando sus dedos bajo sus ojos, intentó limpiar sus lágrimas—. Hice exactamente lo mismo que tú. Me enfoqué en el trabajo para no recordar el dolor que me embargaba cuando la recordaba.
Él caminó a un lado, observando el jardín, sus manos se detuvieron sobre una rosa blanca; la acarició con nostalgia, como si al tocarla pudiera sanar una parte se su alma.
—Cuando vi a Letizia por primera vez, pensé que había vuelto en el tiempo. Ambas son idénticas. Saber que te casarías con ella, hizo que mi alegría regresara, en realidad no recordaba haber sonreído tanto. Desconcertado, traté de hallar sentido a sus palabras, y concluí que al hablar de que la persona que amó era como Letizia, solo me quedó retroceder negativa.
—Aguarda, eso quiere decir...
Él dio media vuelta, volviendo a mirarme con esos ojos característicos de los Borbones.
—Así es... Luisa Ortiz, así se llamaba ella. Tan dulce, tan tierna, pura luz cuando hablaba —su mirada se desvió al cielo—. A donde ella iba, era imposible que pasara desapercibida. Era de esas personas que tiene un encanto natural y de las que simpatizan a muchos. Nadie era como Luisa; la abuela de Letizia.
*Tiempo atrás*
—Date prisa, Borbón—fue el llamado de uno de mis amigos, mientras yo me apoyaba para contemplar la vista bajo un frondoso árbol.
—¡Ya voy! —contesté. Tenía que volver a casa antes de las 4:00 pm. De lo contrario mi padre me daría una zurra por llegar tarde de estudiar, y todo por quedarme jugando con las canicas, así que, ajusté mi sombrero a mi cabeza y pretendí continuar con mi camino, mas nunca creí que ese instante significaría mi cambio entero. Fueron unos sollozos que me llevaron a quedarme, e instintivamente busqué el origen, encontrando a aquella jovencita que lloraba desconsoladamente desde la copa del árbol.
—Hey, ¿estás bien? —decidí preguntar, a lo que ella me miró con sus ojos humedecidos.
—No, no estoy bien. Mi mamá me dio dinero para comprar el almuerzo, pero me lo han robado, y ahora... —hundió su rostro entre sus rodillas—. Nadie en casa tendrá que comer, mi padre llegará y se enojará con mi madre, será muy violento.
No entendí lo que me ocurrió, pero nunca me había sentido tan conmovido, que sin pensarlo mucho, busqué en mis bolsillos.
—Emm, mira. No tengo mucho dinero ahora, mi padre suele darme unas cuantas monedas para mi gasto personal, pero creo que esto es más importante, entonces... —le tendí mi mano con el dinero que tenía en él.
—¿Vas a dármelo? Pero es tú dinero, ¿no te hará falta? —en su mirada estaba la intención de tomarlo, pero se resistía.
—En mi familia el dinero no es escaso, no será un problema.
—Puedo notarlo, tu ropa es muy fina, pero no sé si deba. Creo que es mucho, mi madre me dio unas pocas de denominación baja.
—Ya sé, entonces baja y... ¿Qué te parece si te acompaño? Escoge lo que necesitas y yo lo pago.
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AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)
RomanceBueno! Aqui voy con mi primera adaptación. Con amor para todos ustedes <3