Capítulo 83- Por fin Juntos

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—¿Cuánto más leíste?

—Hijo... —a mi abuelo se le escapó una lágrima y solo soltó el papel para pararse y abrazarme con todas sus fuerzas—. Ay mi muchacho... —sollozó, pasando su avejentada mano tras mi nuca—. Mi pobre muchacho... Mi pequeño niño... Solo eres un hombre con el corazón de un niño roto.

—Abuelo...

—Está bien... —murmuró—. Te viste obligado a enfrentar las cosas tu solo, nadie te enseñó cómo hacerlo, por eso callaste.

Si bien mi abuelo lloraba, de mis ojos no salieron ni una sola gota. He llevado eso durante años que ya lo he aceptado.

—Está bien abuelo, nadie tiene la culpa.

—Pero es que... —mordió sus labios para ahogar su llanto—. Eres tan joven... Debí ser yo... Yo y no tú.

Agaché la cabeza para buscar mi pañuelo en mis bolsillos y al tenerlo, limpié las mejillas de mi abuelo.

—No me voy a morir, al menos eso es bueno.

—Pero es que... ¿Fue esto lo que te llevó a dejar ir a Letizia?

Al no tener otra alternativa tuve que aceptarlo.

—Solo he leído una de las notas que estaba en el baúl y... Mi muchacho... No te merezco como abuelo, eres un ser increíble, el mejor de todos los Borbones. Dejaste ir al amor de tu vida creyendo que era lo mejor para ella.

—Pero me equivoqué... —agregué—. Creo que todo jugó en contra, abuelo. La vida no nos quería juntos, o tal vez solo estamos pagando la carga familiar. Tú y la abuela de Letizia no pudieron realizar su amor, nosotros estamos destinados a amarlas, pero no a vivir juntos. Solo será un amor eterno que sangra, y que no sabe cómo cicatrizar. Miré mi cama, me acerqué a tomar el peluche de delfín que me obsequió mi hija.

—Pero he decidido darle un rumbo diferente a mi vida. Letizia ya no me ama, aunque yo siempre lo haré. Acepto mi des...

—¡No! ¡Hijo no! —él tomó mis mejillas, para mirar de cerca mis ojos—. Escúchame, ahora más que nunca tienes que luchar por conseguirlo. Ya no eres el mismo, ya no haces las cosas impulsivamente, eres más responsable en todos los aspectos. Hijo, te has superado a ti mismo. Has ganado, mi muchacho. ¡Has ganado más que cualquier Borbón! ¡Has adquirido madurez!

—Abuelo...

—No te rindas, gánale a este maldito destino. ¡Tú historia no acabará como la mía!

...

Pasaron dos semanas en las que hemos estado muy enfocados en el trabajo. Los diseños que Letizia había mostrado en la junta, gustaban y los primeros ejemplos fabricados, prometían ser incluso más espectaculares que los anteriores. Y como ya era costumbre, los fines de semana los dedicaba única y exclusivamente a mi hija. Conversábamos, jugábamos, para después compartir los postres que Letizia preparaba con Camilo. Nada podía ser mejor que vivir estos recuerdos.

—Esto es exquisito —dije, tras llevarme un cupcake a los labios, más cuando lo devoré todos en la mesa soltaron a reír—. ¿Y ahora qué hice?

—Papi tiene la boca con crema —señaló mi hija.

—Espera, yo te ayudo. Si no sabes quitártelo, podrías mancharte peor.

Para sorpresa de todos, Letizia llevó una servilleta sobre mis labios, limpiando los restos de crema. Su toque era suave y gentil, su rostro estaba tan cerca que me quedaba prendado de tus hermosas facciones. Era como mirar al sol en pleno atardecer, como cuando este se ocultaba y te invadía con su calidez.

AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora