AHORA ESTOY DIVORCIADA (Adaptación)

Capítulo 71 - No voy a dejarla ir

POV Letizia

Mi muslo derecho está sangrando, pero inexplicablemente siento una sensación agridulce. Felipe levanta la cara que tenía entre mis piernas, sus ojos se cruzan con los míos y lamiendo sus labios, salta a mi boca, Tomando mi rostro con sus dos manos, mientras que yo hago resistencia, pero mi cuerpo me traiciona, siento mis rodillas débiles, entonces, él ya me tiene cargada en sus brazos.

—Te aprovechas de que estoy débil... —le susurro.

—Sé que también lo quieres, conozco tus reacciones cuando deseas hacerlo.

De un golpe, caigo con él sobre el escritorio, teniendo su cuerpo entre mis piernas y su erección frotándose sobre mis bragas.

—Te deseo Letizia... —me gime, apoyando sus brazos a mis lados—. Te deseo como no tienes idea. Desde nuestro divorcio, no he vuelto a tocar a otra mujer, porque nadie me ha hecho sentir lo que tú con solo tus labios o una sonrisa has logrado. Letizia, muero por hacerte el amor ahora mismo, pero solo voy a seguir si tú me lo permites. Quiero hacerte sentir viva, no que después me dejes. Dame la oportunidad de hacerte ver las estrellas esta noche.

Mi mente empieza a jugarme sucio y recuerdo la sensación de sus brazos y boca haciéndome todo eso que él hace muy bien, ¿por qué? Cielos, ¿por qué? Mi cuerpo está respondiendo a su estimulación, y sorprendentemente ya me siento mojada.

—Solo puedo ofrecerte sexo, Felipe. No me pidas más.

—¿Puedo hacerte cambiar de opinión?

—Eso no sucederá.

—¿Pero me permites tocar tu cuerpo? No quiero pensar que estoy forzándote.

—Ya lo estás tocando.

—Sigues resistiéndote, pero voy hacer que desees hacer el amor conmigo, voy hacerte revivir nuestros mejores momentos.

Pese a que yo le dije que solo podía ofrecerle sexo, él está dispuesto a hacerme el amor. Lo dudo, pues la última vez comprobé que solo quería apagar el calor entre mis piernas, cosa que ahora había vuelto a suceder, por lo que no me mostré preocupada. Cerré mis ojos, esperando que hiciera algo, más él no hizo ningún movimiento, por lo que volví a verlo y fue ahí que él me llenó la boca con su lengua para luego susurrarme.

—Así, quiero que me mires... Mira cómo te toco, como te hago estremecer, como toda tu me haces perder el control.

—Nada de lo que hagas me va a hacer cambiar de opinión —decía mi boca.

—Eso aún está por descubrirse. Ese día te fuiste mientras yo estaba dormido. Cariño, está vez no tendrás escapatoria de mí.

—¡Ah!

Felipe era como una clase de bestia, directamente asaltó a mi cuello y succionó con rudeza.

Podía escuchar como su boca hacía ruido al chupar mi piel, parecía que la sangre de mi muslo no era suficiente, quería sacar más, pero esta vez de mi cuello. Sin poder evitarlo, mi mano acaricia su cabellera, con él sin dejar de succionar, y así hasta llegar a mi clavícula.

—Oh Cielos... —suelto de mis labios.

—Así... allí voy a llevarte, cariño mío.

Como si mis piernas tuvieran vida propia, lo abrazo por las caderas, él detiene sus besos en mi piel y me mira orgulloso.

—No te creas tanto.

—Yo no he dicho nada, pero veo que lo estás disfrutando.

—Es mi cuerpo, yo decidiré si lo disfruto o no.