-Hola.- Su sonrisa no le llegaba a los ojos. Lo noté al instante.
-Hola...- saludé sin molestarme en ocultar mi mueca de sorpresa.
-¿Puedo pasar?- preguntó sin dejar de sonreír. Aquella sonrisa... parecía estarle tomando demasiado trabajo formarla con estabilidad.
-Claro, claro.- reaccioné, invitándolo mientras me hacía a un lado. Rubius suspiró soltando una pequeña risa y se adentró en mi departamento lentamente, dejando libre la entrada en donde antes se encontraba. Cerré la puerta aún algo sorprendido por su repentina aparición y me giré para ver cómo él colgaba en una silla la pequeña mochila que se había traído.
-¿Quieres tomar algo?- pregunté acercándome a la cocina.
-Cerveza está bien, supongo.- respondió, dejándose caer en el sofá del salón frente a la televisión apagada.
Caminé hasta la cocina y luego abrí la puerta del refrigerador para sacar dos cervezas del interior. Luego me di la vuelta, y emprendí silenciosamente mi regreso al salón.
Me detuve antes de llegar.
Sentí una presión desagradable en el pecho al verlo sentado en el sofá, con la mirada gacha en sus manos quietas. La anterior sonrisa obviamente fingida había desaparecido de su rostro. Incluso logré divisar un sospechoso brillo en sus ojos cafés verdosos. Cristalizados... angustiados... confusos y... ¿asustados?
¿Rubius asustado?
¿De qué?
-¿Vas a decirme qué es lo que te pasa?- pregunté acercándome a él, sobresaltándolo. Intentó disimularlo con una nueva sonrisa inestable.
-¿De qué hablas?- preguntó soltando una pequeña risa inocente. Parpadeó y clavó su vista en el control remoto, el cual sostuvo entre sus largos dedos para luego apuntar hacia adelante, accionando el botón rojo. El televisor se encendió.
-No soy tonto ¿vale? Puedes engañar a todo el mundo pero no a mí. Creí que lo tenías claro.- musité seriamente, abriendo mi cerveza enlatada.
-No seas paranoico Mangel. Sólo son... tonterías mías.- le observé de reojo mientras daba el primer trago. Sus manos temblaban levemente en torno a la fría y transpirada lata que sostenía con nerviosismo. Miraba hacia delante, hacia la pantalla plana del televisor que mostraba un capítulo de los Simpson que yo ya había visto como cuatro veces.
Dejé mi lata sobre la pequeña mesa baja frente a nosotros y le quité rápidamente el control remoto de las manos. Se quejó, pero no intento evitar que yo apagara el televisor. Tal vez porque lo había hecho demasiado rápido.
Lo miré sin borrar la seriedad de mi semblante.
-Quiero saber por qué estás todo el tiempo pegado a alguien. En tus vídeos ya no grabas solo. Siempre hay alguien contigo, si no soy yo, es Cheeto y si no Alexby. Incluso le has pedido a Willy para grabar juntos.- Pestañeé al ver cómo él giraba sus ojos hacia mí.- Me llamas todas las noches a las tres de la mañana. Desde hace seis meses. Y ahora te apareces en mi casa a las once de la noche sin avisar. ¿Te parece normal? ¿En verdad estoy siendo paranoico?
Me mordí la lengua cuando me di cuenta que tal vez había sido un poco brusco. Y es que todo lo que me había estado guardando en mi mente se lo había soltado, así, sin más vueltas.
Él no dejó de observarme de manera fija, sin pestañear. Como absorbiendo cada una de mis anteriores palabras. Interpretándolas y entendiéndolas. Buscando una respuesta rápida y convincente. Yo notaba que estaba haciendo un esfuerzo.
Pero había algo más en el fondo de su mirada vidriosa. Algo que él no pudo ocultar, y que yo no tardé en descifrar:
Ayúdame...
Eso decían sus ojos brillantes.
-Joder...- desvió la mirada después de un rato, rascando su sien distraídamente.- Si tanto te molestaba que viniera tendrías que habérmelo dicho.- Se puso de pie lentamente y yo suspiré.- Ya no te llamaré más si eso te preocupa. No sé... supongo que era costumbre. Me gusta estar contigo, eso es todo.- Me observó brevemente, pero luego terminó desviando otra vez sus ojos expresivos.- Mejor me voy- Otra de esas sonrisas que ya comenzaban a tocarme la moral hizo acto de presencia en sus finos labios algo agrietados.
-Rubius, entiéndeme por favor.- expresé también poniéndome de pie. Observé cómo negaba con la cabeza gacha, sin dejar de sonreír.
-Descuida. Tienes razón, parezco un niño actuando así- rió amargamente, y sentí un molesto cosquilleo en el pecho- En verdad lo siento, Mangel.- sus pies comenzaron a moverse hacia la puerta, haciendo que toda su anatomía se alejara de mi. Le observé agarrar su mochila en silencio y aprecié cómo se la colgaba a los hombros con pesar. Caminé rápidamente hacia él, aproximándome también a la puerta.
-Rubiuh. Quédate - le pedí suplicante, suspirando por la angustia de no saber qué le sucedía.
-No te preocupes.- dijo volteándose ya con la mano en el pomo de la puerta.- No quiero ser molestia. De verdad.- y sonrió débilmente. Cada vez parecía estar más desesperado por salir de mi departamento, de apartar sus ojos delatores de los míos, acusadores.
Ayúdame
Ayúdame
Ayúdame
-Veamos una película y... pidamos pizza. Como en los viejos tiempos ¿vale? Solo tú y yo. Pero no te vayas.- pedí una vez más atrapando su mano libre entre mis dedos.
Temblaba. Temblaba demasiado.
Le oí suspirar mientras bajaba un poco su mirada de mis ojos oscuros. Nuestras manos seguían unidas, y sentí que prácticamente me estaba pasando todas sus molestias internas a través del tacto. Todo lo que quería esconder, aunque no supiera exactamente qué era en concreto, lo pude sentir, sentí sus propias molestias mentales como mías. Y entonces lo supe...
-Vale.- susurró sonriéndome de manera más cálida.
...supe que aquella no sería la última visita inesperada que me haría.
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Luces Fuera (Rubelangel)
FanfictionMi corazón golpeó con fuerza mi pecho y mi respiración se cortó repentinamente al escucharle decir aquello. Rubius sólo seguía observándome, suplicante, con lágrimas de desesperación en sus ojos. -Por favor...- susurró con voz quebrada- Tienes que c...