79. Sangre ~Rubén~

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Mangel salió a hacer las compras por la tarde, y diez minutos después comencé a sentirme extrañamente mareado.

Me senté en el sofá, un poco alarmado por el repentino bajón que había sentido en todo mi cuerpo. Al menos no caería al suelo si llegaba a desmayarme o algo por el estilo, así que decidí quedarme sentado hasta que Mangel volviera o al menos hasta que el extraño malestar me abandonara.

Estuve al menos sentado por una hora en la que me dediqué a ver televisión, intentando calmar mentalmente mi corazón ansioso. No entendía por qué, de un momento a otro, ahora me golpeaba el pecho con tanta fuerza, como si quisiera advertirme sobre algo que sucedería, una ansiedad de anticipación. Como si tuviera miedo. No lo entendía porque a mi alrededor todo estaba calmado como siempre. Yo no sentía miedo, no había razón para tenerlo.

Sin embargo, la quietud y tranquilidad que veía con mis propios ojos atentos de alguna manera me ponía ansioso, y que Mangel no llegara a casa sólo conseguía alterarme más.

Suspiré con cansancio, preguntándome por qué él aún no había regresado. Me había dicho que iría a comprar sólo algunas cosas y volvería. Pero ya se había tardado más de una hora y el nerviosismo crecía en mí como un letal y lento parásito.

Media hora después el sol ya había comenzado a desaparecer y el ambiente se estaba tornando oscuro. Fue por ello que, sin apagar el televisor, me puse de pie con lentitud y comencé a caminar hacia el interruptor para encender la luz. Me apoyé contra la pared luego de hacerlo, suspirando mientras cerraba los ojos. Mi corazón aún golpeaba mi pecho con insistencia y se estaba tornando algo doloroso. Casi podía sentir los latidos en mi garganta.

Intenté no entrar en pánico por el sin sentido estado de debilidad que me invadía y volví a caminar hacia el sofá, pero cuando estuve a punto de sentarme... el televisor frente a mí se apagó de manera repentina por sí sólo.

Observé extrañado la pantalla y busqué con mi mirada el control remoto, divisándolo segundos después sobre el apoya-brazos del sofá, justo donde yo antes lo había dejado.

Tragué saliva y estiré mi brazo para alcanzar el pequeño aparato y volver a encender la tv, pero en cuanto apunté hacia la pantalla, ésta se iluminó repentinamente antes de que yo pudiera presionar el botón, y entonces mostró una imagen que me dejó desconcertado.

Era una calle cualquiera por la que circulaban algunos vehículos.

Quise cambiar de canal pero parecía que el control remoto había dejado de funcionar por completo.

Me senté y observé extrañado si las baterías estaban bien colocadas, y al comprobar que no tenían nada de malo subí la mirada nuevamente, observando con el ceño fruncido aquella calle que parecía estar siendo filmada en directo. No se veía como un programa de televisión, tampoco parecía un canal en específico. Parecía más bien... un video casero.

Volví a ponerme de pie cuando hubo pasado un minuto, ya que la monotonía de ver los coches pasar por aquel fragmento de calle me estaba poniendo de los nervios.
Me aproximé a la televisión y, colocándome tras ella, quité directamente el enchufe que conectaba el aparato a la electricidad, logrando al fin que la pantalla quedara nuevamente en negro.

Para ese momento la ansiedad ya se había adueñado de mí por completo, y no vi otra solución para tranquilizarme más que darme un largo baño hasta que Mangel regresara.

Caminé, intentando ignorar la sensación que pinchaba en mi nuca. Esa sensación de estar siendo observado... que yo ya tanto conocía.

-Debo estar cansado.- Negué con la cabeza, para nada dispuesto a dejarme vencer por el miedo. Muchas veces había sentido cosas parecidas luego de que Lara me dejara en paz. Incomodidades, pesadillas, frío; eran todas sensaciones irreales que me habían quedado dando vueltas en la cabeza por culpa de los largos meses de sufrimiento que ella me hizo pasar. Eran solo sensaciones falsas, resultantes, inercia del temor profundo. Réplicas de mis traumas pasados. Sólo eso.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora