18. Escapar

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Abrí mis ojos lentamente, despertando de un agradable sueño profundo y calmo. Estaba recostado en el sofá, al parecer me había dormido viendo la película.

Sin embargo, cuando dirigí mis ojos entrecerrados hacia el televisor descubrí que estaba apagado, lo cual me extrañó. No recordaba haber parado la película.

Fruncí el ceño, confundiéndome aún más al verme cubierto por una manta. Yo no me había buscado abrigo anoche.

Me puse de pie lentamente, estirando cada uno de mis huesos, y suspiré mientras que comenzaba a caminar hacia el baño para darme una ducha rápida.

Cuando terminé de asearme me coloqué mis gafas y me dirigí nuevamente al salón.

Levanté mi mirada, y allí lo vi.

Rubius estaba en el balcón del departamento, mirando hacia abajo con un cigarrillo entre sus dedos. Su cabello estaba despeinado y su piel pálida como de costumbre. Aunque ahora las ojeras parecían haber desaparecido levemente, lo cual me alegró. Sonreí de lado, entendiendo que él me había cubierto con la manta y había apagado el televisor, y comencé a caminar hacia él, deslizando luego la puerta de vidrio que separaba el salón del balcón.

-Buenas.- saludé sonriente, viendo que la lluvia no se había detenido. Seguían cayendo finas gotas de agua, y aunque algunos graves truenos se escuchaban a lo lejos, la tormenta había cesado. Ahora el clima, a pesar de tener matices grises, era más agradable.

-Hola.- saludó él expulsando el humo de su cigarrillo. Volteó a verme y me sonrió sinceramente, para luego volver a apoyarse en el borde del balcón con la mirada perdida en el horizonte. Palmeé su hombro amistosamente y me apoyé al igual que él, quedándome a su lado.

Teníamos que hablar. Aquello no era ninguna novedad. Las cosas que habían estado pasando en estos días habían sido jodidamente extrañas. Pero cuando volteé a verle con los labios ya entreabiertos; listo para hablar, me quedé embobado con su rostro tranquilo.

Aquellos misteriosos cortes en su mejilla y frente que no tenía ni puta idea de cómo se había hecho, estaban cubiertos con pequeñas gasas que supuse, Charles le había colocado anoche. Pero aquello no quitaba que su rostro se viera relajado y calmo, y de alguna manera me pareció atractivo. Es decir, cualquiera se daría cuenta, ¿verdad? No era sólo yo el que se sentía un poco atontado al ver su mandíbula marcada por su delgadez... o aquellas arruguitas que se formaban en el contorno de sus ojos marrones cuando los entrecerraba, o su mueca tranquila media cubierta por su cabello castaño que se agitaba un poco con los últimos vientos de la pasada tormenta.

Se me aceleró el corazón de golpe, y desvié mi mirada rápidamente, sin entender por qué reaccionaba de esta manera. Era Rubius, mi amigo, no había nada nuevo en él. ¿Entonces por qué ahora me atraía de esta manera aquel rostro que había visto millones de veces?

Volteé a verle disimuladamente una vez más, y observé cómo llevaba aquel cigarrillo a sus labios y le daba una profunda calada, alejándolo luego de su boca y reteniendo el humo en su organismo, para después soltarlo débilmente hacia adelante, contaminando un poco más el frío aire de Madrid.

No quería romper con esa tranquilidad que mostraba en su rostro. Se había visto tan nervioso y tenso en los últimos meses, que ahora apreciar su rostro calmo era una maravilla.

-He pensando en... dejar Youtube por un tiempo...- habló de repente con voz grave y seria, esa voz que pocos le habían escuchado, esa que usaba cuando hablaba completamente en serio, como un adulto responsable.

La misma que había usado aquella vez...

"Pienso que deberíamos dejar de vivir en el mismo piso, ya sabes, buscar cada uno nuestro espacio personal. ¿Qué piensas?"

-¿Qué piensas?

Pestañeé, saliendo de aquel recuerdo y le miré a los ojos. Él ya me observaba atentamente, totalmente serio.

-Yo...- dudé negando con la cabeza, intentando salir de mi distracción con rapidez- ¿Por qué harías eso?- preferí preguntar, aunque ya me hacía una idea de la razón. Él dejó de observarme y clavó sus ojos en el horizonte con pesadez.

-La gente se da cuenta, ¿sabes?- habló llevando el cigarrillo a sus labios una vez más.- Ellos saben que no estoy bien...- afirmó con la vista fija en el cielo nublado frente a nuestros rostros.

Expulsó el humo.

-No estás bien...- repetí resignado, mirándole aunque él no lo hiciera.

-No. No estoy bien.- admitió finalmente, después de tanto tiempo negándolo, finalmente admitía aquello que yo sabía muy bien, aquello que quería escuchar de sus labios, pero que ahora me había aterrado. Rubén no estaba bien.

"...a menos que creas en fantasmas... Rubén debería considerar ver a un psiquiatra."

Las palabras de Charles...

-No soy un mono de circo del que tienen que estar pendientes todo el tiempo Mangel. Entiendo que ellos estén preocupados, y sabes que lo aprecio muchísimo, pero algunos están comenzando a tocarme los cojones con tantas preguntas y no quiero preocuparles más de lo debido. No es sano, ni normal. Haré un vídeo diciendo que me voy una temporada a Noruega y que lo tomaré como unas vacaciones para el canal.

Me quedé de piedra a su lado, mientras que él terminaba su cigarrillo con lentitud. Ahora entendía por qué lucía tan relajado...

-¿Te irás?- murmuré en un hilo de voz.

Volteó a verme, y asintió en completo silencio.

-Necesito salir de aquí Mangel. Necesito estar con mi madre y mis abuelos.- susurró mirándome con los ojos algo brillantes. Sabía que los extrañaba. El padrino estaba aquí en Madrid, pero era comprensible que también quisiera pasar tiempo con sus familiares lejanos- Quiero cambiar de aires... mandar todo a tomar por culo ¿recuerdas?- me sonrió, haciendo referencia a aquella noche lluviosa en la que ambos nos abrazamos bajo las sábanas, hablando de cómo queríamos seguir con nuestras vidas de aquí a unos años.

-¿Y yo en dónde quedo en ese plan?- mis ojos se estaban cristalizando, y me sentía gilipollas por sentir que esto me afectaba más de lo normal. Había pasado tanto tiempo al lado de Rubius día y noche que... no verlo por un largo tiempo sería jodidamente raro y vacío. No quería que se fuera.

Me sonrió de lado, recordando que mi anterior respuesta había sido exactamente la misma que la había dado aquella noche lluviosa.

-¿Quieres escapar conmigo, Mangel?







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Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora