5. Invitación

11.6K 1.5K 756
                                    

-Ey Mangel, no te cortes. Sólo ve con él e invítalo a salir- rió una voz detrás de mi. Giré sobresaltado con la cerveza aún en mano y observé la mueca burlona de Alexby mirándome acusadoramente.

-¿Qué...?- murmuré perdido.

-¡Chaval, que te has quedado como tonto viendo a Rubius!- volvió a reír haciéndome sentir como gilipollas. Tanto tiempo pensando en él.. me había quedado embobado.- ¡Si tanto lo deseas, invítalo a salir!

-Cabrón. No me hace falta, Rubius es mío desde que nacimos.- bromeé ocultando mi nerviosismo.

-Ya lo creo. Rubelangel las 24 horas del día.- se carcajeó siguiéndome la broma. Este chaval ya estaba pasado de copas y yo sabía bien que no tenía sentido contradecirle algo a Alexby cuando estaba borracho, cosa que sucedía muy pocas veces.- Anda, ve a hablar con él. Está muy solo ahí con su bebida- volvió a animarme como si yo quisiera ligar con una chica y no me atreviera.

-Vale. Me la juego.- bromeé decidido, arremangándome mi abrigo y dejándole mi vaso ya vacío a Alexby, el cual comenzó a bailar y a gritar VAMMOOHH como si en verdad al fin yo fuera a sentar cabeza.

Reí negando con la cabeza y me alejé de él, acercándome al pensativo castaño sentado contra la larga mesada de mi cocina. Alcancé a ver que sostenía en sus manos un vaso con vodka completamente lleno.

-No te emociones tanto, tío. Que intimidas a los demás invitados con tu carisma.- me carcajeé sentándome a su lado. Observé cómo dirigía rápidamente sus ojos hacia mí de manera sorprendida, y al percatarse de mi identidad, dejó salir un suspiro de ¿alivio?, y una sonrisa de oreja a oreja se formó en su boca.- ¿Por qué estás tan sólo?

-Hoy no estoy... de humor ¿sabes?- dijo en voz baja, mirando su vaso con ojos ausentes.- Creo que... mejor me voy a casa.

-Pero, ¿por qué? La fiesta aún no termina Rubiuh. ¿Te sientes mal o algo así?- ¿Quién es tu enamorada?, quería preguntarle, pero también quería esperar a que él me lo dijera, claro, si es que existía alguna enamorada.

-Sí yo... he estado un poco enfermo estos días...

-¿Enfermo?- ahora sí estaba preocupado, y las sonrisas se habían borrado de nuestros labios por completo. ¿Rubius enfermo? Lo conocía como la palma de mi mano, y sabía que Rubén jamás se enfermaba, y cuando lo hacía sólo eran pequeño resfriados pasajeros.- ¿Has ido al doctor?- pregunté sin poder ocultar mi preocupación.

-Tranquilo Mangel. No debe ser nada, es sólo que... no me siento con muchos ánimos.- observé de reojo cómo jugaba con el vaso, dándole pequeños golpecitos nerviosos al vidrio. Inquieto.- Es como si... tuviera sueño la mayoría del tiempo, pero luego de dormir, a la mañana siguiente siento que no descansé nada, por lo que me siento débil el resto del día...- aquello explicaba sus ojeras. Ambos nos quedamos callados, pensativos, sin saber qué decir exactamente- ¡Pero no te preocupes!- rió repentinamente con más fuerza, suavizando así el ambiente- ¡Que te conozco tío! Ahora andarás todo preocupado por mi culpa. En serio Mangel, no es nada...

-Rubius, no me digas que no me preocupe, porque ya lo estoy. Quédate a dormir esta noche. Tal vez necesites librarte un poco de tu departamento.- propuse con nerviosismo. Ahora la posibilidad de que él estuviese enamorado quedaba descartada, o en todo caso, quedaba apartada como una posibilidad muy lejana.

-No, no quiero molestarte más. Estos días te he estado acosando y ya no quiero abusar de tu hospitalidad. De verdad gracias por todo, Mangel- agradeció sonriéndome esta vez con sinceridad. Le miré sorprendido; siempre me quedaba medio perplejo cuando me hablaba así, tan amable y cortés. Sentía que ese era el Rubius adulto, Rubén Doblas, tratándome como a un verdadero hombre y no como su compañero de juegos. Jodidamente acojonante y raro debo agregar.

-Insisto señor Doblas...- bromeé, siguiéndole el rollo elegante. Debía admitir que me ponía nervioso que me hablara con tanta seriedad. Él se carcajeó negando con la cabeza, divertido.

-¿Estás seguro? En verdad ya no quiero molestar...- lo sabía, sabía en realidad él sí quería quedarse.

-De verdad. No hay problema.- sonreí pasando uno de mis brazos por sus hombros, haciendo que ambos riéramos bobamente.- ¡Ahora disfrutar de la fiesta, hombre!- le animé logrando sacarle una bonita sonrisa que logró hacer que sus ojos se achinaran levemente. Rubius era muy guapo cuando sonreía de esa forma.

Pestañeé confundido ante mi último pensamiento.

-¡Vale!- dijo con decisión, dándole un buen trago a su refinado trago.- ¡Vamos a bailar!- se carcajeó agarrándome de la mano y jalándome hacia la pista (mi salón) de baile.

Tragué saliva repentinamente nervioso por el contacto firme entre nuestras manos, pero casi todos en mi nuevo hogar estaban borrachos o en proceso, así que por un momento, me dejé llevar por el tacto suave de las manos de Rubius, sintiendo felicidad al verle nuevamente con ánimos de sonreír de verdad.

Al parecer mi invitación le había aliviado bastante, y yo... me preguntaba el por qué.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora