11. ¿Ella?

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Esa mañana, lo primero que percibí fue el leve aroma característico de Rubius colándose por mis fosas nasales. Ese que tenía su jabón que usaba para ducharse. Arrugué mi nariz y suspiré de gusto sin abrir los ojos. Mis manos se extendieron hacia las sábanas a mi lado perezosamente, tanteando el suave y cómodo colchón. Terminé entreabriendo mis ojos de manera pesada al no encontrar lo que buscaba.

Por un momento, pensé que aún era de noche, ya que la habitación estaba oscura, pero luego recordé que Rubius había cerrado toda su casa, resguardándola de la luz solar. Vaya a saber por qué.

Luego de ver la hora en mi móvil, la cual parecía ser 09:45 am, aunque no estaba seguro porque no tenía puestas mis gafas, suspiré con pesadez y volví a cerrar los ojos, recostándome con la intención de dormir un poco más entre las sábanas que olían a él, preguntándome por qué no estaba en la cama, a mi lado como anoche. No solía levantarse tan temprano, ambos éramos unos vagos.

Y luego recordé que tenía problemas para dormir...

Abrí mis ojos nuevamente y miré el techo oscuro, pasándome la lengua por los labios rápidamente.

...y recordé.

Mi cara ardió de vergüenza al percibir el cosquilleo en mis labios, aquel cosquilleo producido por el recuerdo de la boca de Rubius tapando la mía. No había sido un sueño, estaba seguro. En verdad nos habíamos besado. ¡Joder! ¡Que puta locura! ¿Qué cojones se me pasó por la cabeza en ese momento? ¿Por qué me dejé llevar de esa manera? Mierda, mierda, mierda. ¿Y si Rubius estaba enojado conmigo? No... eso no era posible porque... ¡Fue él el que empezó el beso! ¿O... fui yo? Ya ni siquiera lo recordaba, pero eso no importaba. La cuestión era que... ambos habíamos puesto de nuestra parte... o bueno... de nuestra saliva. Oh, joder. ¿Que cojones hice?

Tal vez... tal vez Rubius quería agradecerme todo lo que había hecho por él estos días... y... no encontró otra forma de expresarlo. Tal vez sólo fue un beso de gratitud. Un beso de amigos; de mejores amigos. Sí, de seguro fue eso, un beso simplemente amistoso y sin compromisos.

Además, ni que fuera la primera vez que nos besábamos.

Sonreí intentando aferrarme a esa idea totalmente inverosímil y me levanté de la cama refregándome los ojos para despertar por completo.

Y en ese momento, escuché un fuerte estruendo que me asustó, haciéndome pegar un salto. Fue como si algo hubiera caído al suelo, y sentí mi vello erizarse al imaginar lo que podría haber sido.

Rubius...

Descalzo y totalmente despabilado, comencé a correr fuera de la habitación, y en dos zancadas logré llegar al salón, el cual estaba completamente a oscuras.

-¿Rubius?- murmuré con algo de miedo, buscando el interruptor para encender la luz.

Lo encontré.

Lo primero que vi fue a Rubius, y mis piernas temblaron al observarlo sentado en el suelo, de espaldas a mi, arqueado con su espalda hacia delante y sus manos cubriendo su cabeza sin mucho éxito.

-Lo siento...- le oí susurrar con voz quebrada y abrumada.- Lo siento... lo siento...

-Hey, ¿Qué pasa?- pregunté acercándome a su cuerpo lentamente.

Él negó con la cabeza y hundió sus dedos aún más entre sus cabellos castaños.

-...lo siento.

-Rubius.- susurré asustado, colocando mi mano en su hombro. Cuando lo hice, todo su cuerpo tembló bruscamente y un sollozo desgarrador y alto resonó en mis oídos, haciéndome pegar otro un salto.

Gritó.

-¡Hey!- exclamé preocupado agachándome hacia él rápidamente y agarrándole ambos hombros desde adelante, obligándolo a mirarme a los ojos.

Pero no observé sus ojos cristalizados y rojos por mucho tiempo, ya que mis propias pupilas se desviaron hacia sus manos... las cuales estaba completamente ensangrentadas.

Y luego... hacia su gato tendido en el suelo junto a sus rodillas... Wilson.

Reprimí una arcada al ver al gato anaranjado con el estómago abierto de una manera escalofriante, haciendo que su pelaje se viera sucio y bastante rojo, opaco. Me eché hacia atrás soltando a Rubius, aterrado, sin poder quitar mis ojos como platos de la sangre del pobre felino destripado.

-Mangel...- me llamó él, pero no le hice caso y retrocedí en un acto reflejo cuando le vi de reojo avanzar hacia mi.- Y-Yo... yo no hice esto... Mangel... estaba así cuando... c-cuando lo encontré... Mangel...- seguía balbuceando. Le observé finalmente, y me quedé perturbado al ver cómo su cuerpo temblaba violentamente, incluso más que el mío. Ambos nos habíamos quedado sentados en el suelo del salón, mirándonos confundidos y shockeados. Yo, con las manos hacia atrás, apoyándome para no caer del susto, y él, mirándome con la mandíbula floja y temblorosa desde su lugar, junto al cadáver de Wilson, junto a ese gato que le había regalado para la navidad del año pasado. El hermano de Johnny.

-Que cojones...- susurré sintiendo cómo mis ojos comenzaban a cristalizarse.

-Yo no fui...- reclamó él sin dejar de llorar. Elevó una de sus manos ensangrentadas hacia mi, y al verme retroceder nuevamente, frunció el ceño, enrabietado; desesperado- ¡Yo no fui, joder!- gritó enfurecido, asustándome. Pero al instante, su rostro volvió a deformarse en una muca de frustración y tristeza. Sollozó.- Yo no lo maté... no lo hice... yo no fui...- susurró entre llantos.

Tragué saliva intentando que las lágrimas no se desbordaran de mis ojos e inspiré para darme fuerzas, fuerzas que debería utilizar por los dos.

Temblando levemente, gateé hacia su convulsionado cuerpo y lo rodeé con mis brazos por completo, alejándolo suavemente del pequeño y pobre animal desangrado. Rubius gritó y sollozó al sentir mi contacto y se aferró a mi como si su vida dependiera de ello. Temblé nuevamente al sentir sus dedos apretándome la espalda, manchando seguramente la camiseta con la sangre en sus manos y apreté mis labios, horrorizado por la situación que aún no me creía.

-...yo no fui... no... lo siento...

-Shh...- le calmé agarrando su cabello con suavidad y guiando su cabeza hacia mi pecho- Tranquilo Rubius... te creo...

-Fue ella...

Dejé de respirar un momento, procesando lo que acababa de decirme.

-¿Ella...?

No me contestó. De pronto, Rubius dejó de temblar y elevó su rostro hacia el mío con lentitud escalofriante. Sentí miedo al ver sus ojos vidriosos abiertos de par en par, observándome directamente.

-¿Y Raspberry?- murmuró.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora