74. Increíble ~Rubén~

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Fue realmente agradable despertar y sentirme rodeado por sus brazos. También noté sus piernas flojas y enredadas a las mías bajo las mantas. Los dedos de sus pies estaban cálidos y rozaban los míos de una manera tan suave que apenas los sentía. Percibiendo su calma respiración en mi nuca no pude evitar sonreír como un completo idiota a pesar de estar algo adormilado todavía. Cerré los ojos un momento, rememorando la noche anterior que tuve junto a mi gilipollas favorito, este hombre de cabello negro que ahora me abrazaba con tanto cariño con su pecho apoyado en mi espalda, este hombre que había hecho tantas cosas por mí sólo para ahora poder tenerme así... adolorido en el culo como la puta mierda. Vale, vale. Que no. Pero joder, cómo me dolía el culo.

Suspiré frunciendo un poco el ceño y luego intenté volver a concentrarme en Mangel y no en el dolor de mis partes bajas. Me empujé hacia atrás, hacia su cuerpo calmo y me acurruqué a gusto entre sus brazos que me recibieron aún en sueños.

Sonreí nuevamente al ver de reojo la cara pacífica del pelinegro durmiente. Extrañamente tenía su boca cerrada y no roncaba. Sus párpados descansaban perfectamente con sus negras pestañas largas y quietas sobre la piel bajo sus ojos. El cabrón parecía un ser humano normal y todo. No recordaba haber visto a Mangel tan relajado y descansado antes.

-Si es que te hacía falta follar...- gruñí divertido, dándome la vuelta por completo para quedar frente a él sin quitarme de sus brazos reconfortantes. Él se removió al sentir mis movimientos, sin embargo no separó los párpados. Sólo me atrajo hacia él y se acopló a mi nueva posición sin dificultades, sacándome un suspiro involuntario.

Me quedé mirado su rostro tranquilo un buen rato. Ahora que sus gigantes ojos negros de lechuza no estaban fijos en los míos, listos para absorber y descubrir todos mis pensamientos y preocupaciones, me fue más fácil apreciar su cara de buena gente sin ponerme nervioso.

Ya me lo sabía de memoria. Realmente no descubrí nada nuevo en él. Era el mismo Mangel de siempre, sólo que el hecho de tenerlo tan cerca y de esta manera causaba miles de sensaciones diferentes en mí. Ambos estábamos desnudos aún, completamente cubiertos de capas y capas de sábanas que nos acobijaban en la misma cama. Definitivamente no era lo mismo. No era lo mismo verlo de esta manera. Sin embargo, Mangel seguía siendo Mangel y yo seguía siendo Rubius. Él Miguel y yo Rubén. Éramos los mismos gilipollas pero ahora teníamos una conexión mucho más fuerte. Habíamos creado un vínculo que yo nunca creí posible. Antes jamás me imaginé siendo más unido a Mangel de lo que ya lo era cuando lo consideraba mi hermano del alma. Ahora no podía verlo sólo como un hermano. Mangel tenía mi corazón ganado enteramente.

-Terminaste ganándotelo después de todo.- murmuré sin dejar de mirarle. Tentado por su cabello desordenado llevé una de mis manos a su cabeza y jugué con el pequeño flequillo mal peinado entre mis dedos. Tenía el pelo muy suave y oscuro, un negro puro y cautivante que contrastaba muchísimo contra mis dedos pálidos. Era agradable visualmente.

Me distraje tanto pensando en gilipolleces que no me percaté del momento en el que Mangel abrió los ojos. Sólo cuando volví a mirarlo descubrí sus entreabiertos orbes serenos en mí. Y me sorprendí bastante al ser consciente de su mirada sumamente brillante y contenta al encontrarme entre sus brazos. Tal vez era el sol cálido que entraba por la ventana, pero el negro de sus ojos ahora lucía mucho más resplandeciente que antes.

-Hola.- sonrió tranquilo.- ¿Te diviertes con mi pelo?

-Algo así.- asentí, intentando no parecer cohibido ante su mirada fija. ¿Desde cuando me costaba mirarlo sin ponerme como un jodido tomate? Me cago en la puta. Me cago en sus ojos de lechuza feliz.- Es el efecto de mi shampoo. Deberías ducharte más seguido en mi casa.

-Tan temprano, ¿y ya haciendo propuestas indecentes? Vaya...- rió, logrando al fin que yo desviara mi mirada revoleando los ojos, sin saber qué decir. Joder, joder, no me di cuenta. No lo quise decir de esa manera. Coño.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora