19. Entre la Espada y la Pared

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En ese momento, los pensamientos se alborotaron en mi cabeza sin que yo pudiera evitarlo, dejándome totalmente mudo.

Rubius me miraba con una pequeña sonrisa de lado que le había quedado plantada luego de esa pregunta que paralizó mi cuerpo de pies a cabeza.

-Yo...- salió al fin de mis labios, los cuales abría y cerraba con dificultad, sin saber que decir. Pero en realidad, sí lo sabía.- No puedo...

Sólo eso bastó para que su sonrisa se borrara lentamente, dejando su rostro completamente serio a los pocos segundos.

-¿No puedes?- murmuró mirándome con bastante decepción, cosa que logró hacer cosquillear mi pecho lleno de culpa.

-Es que... es muy repentino. Me tomaste por sorpresa. Me estás pidiendo que vaya contigo a otro país...- intenté explicarme.

-Bueno, sí, básicamente. ¿Qué tiene de malo?

-Es que... es otro país, otro idioma, otro ambiente y forma de vida. Yo... yo tengo mi vida aquí. Acabo de mudarme, no puedo dejar la casa sola y...

-Vale, vale, ya entendí joder.- me interrumpió tirando el cigarrillo al suelo. Lo pisó bruscamente, haciendo notar su malhumor- Ya entendí...

-Rubius no te enojes. Sabes que yo te acompañaría si fuera una semana o dos... pero no creo que estes pensando en ir sólo de paso.

-No te equivocas Mangel. Efectivamente, pensaba quedarme algunos meses.- afirmó sin mirarme. Me quedé callado luego de esa confesión, y suspiré bastante frustrado por esta situación. Yo en verdad quería acompañarlo, pero no podía. No era tan simple. Tenía mi vida hecha aquí en Madrid, y sería difícil despegarme de todo esto por quién sabe cuántos meses.

-Lo siento de verdad macho. Por favor entiéndeme.- supliqué mirando su mueca de mal humor, la cual comenzó a relajarse lentamente después de mi petición. Podía notar cómo sus ojos se movían nerviosamente lejos de mí, y eso era señal de que se había avergozado por su actitud anterior.

Suspiró.

-No te preocupes...- susurró finalmente, ya más calmado- Tienes toda la razón. Yo...- una pequeña sonrisa resignada apareció en sus labios- Yo pensé que vendrías conmigo sin siquiera pensarlo. Me dejé llevar por pensamientos positivos e ignoré la voz de la razón. Perdona, de verdad. Vete si quieres Mangel. Ya he ocupado bastante de tu tiempo.

Suspiré de la misma manera, completamente frustrado.

Estaba entre la espada y la pared. Por un lado, tenía a este Rubius que no estaba bien, un Rubius que me necesitaba, porque lo podía ver en su mirada. Ayúdame, decían sus ojos brillosos. Y yo le había ayudado, pero las cosas habían llegado a su límite y para mí ya no era posible seguirle el paso a donde fuera. Ese era el otro tema. Tenía responsabilidades aquí, varias ofertas de trabajo que aceptar o rechazar, mi canal de Youtube que alguna vez había abandonado pero que ahora estaba cuidando como en los viejos tiempos, lo cual me otorgaba un buen ingreso de dinero. Mi nuevo departamento, el cual quería disfrutar tranquilamente en mis momentos de soledad. Además no podía dejar a Johnny por tanto tiempo, me daba angustia de sólo pensarlo.

¿Podría dejar todo eso sólo por Rubius?

-Em... creo que ya me voy...-susurré con la mirada baja. Necesitaba pensar a solas, alejarme unos momentos de Rubius aunque no lo quisiera. Y sobre las situaciones extrañas que habían estado pasando anteriormente... pues lo hablaría con él en otro momento, porque ahora no me veía capaz de platicar tranquilamente, y Rubius tampoco parecía estarlo.

-Vale.- dijo mirándome finalmente a los ojos. Me sonrió intentando aparentar tranquilidad y comenzó a caminar hacia el salón. No tardé en seguirlo hasta la puerta de salida, y cuando me abrió y yo salí al exterior, sentí que cuando se cerrara la puerta algo entre nosotros se quebraría. Aquello no me gustaba para nada.

-Mangel- me llamó. Le miré atentamente.- Ya saqué mi pasaje de avión. Lo hice esta mañana mientras dormías. Me iré en tres días.- abrí mis ojos de par en par al escucharle. No pensé que se iría tan pronto.- Sólo... quería agradecerte todo lo que has hecho estos días. Ya no tendrás que preocuparte más, te aseguro que estaré bien allá con mi familia.- ¿Era esto la despedida?- Así que... supongo que te veré dentro de un tiempo.

-Joder Rubius. No puedes irte así, tan rápido.- negué con la mirada inquieta sobre su rostro serio- Por favor... considéralo una vez más. Deja Youtube si quieres pero... no te vayas.- terminé por suplicar, agarrándole los hombros con ambas manos.- No te vayas- repetí firmemente.

Sus ojos se clavaron en los míos una vez más, y sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo al verlos cristalizados, tan frágiles como aquellos primeros meses en los que noté que su comportamiento diario comenzaba a cambiar.

-Tengo miedo Mangel... ya te lo había dicho una vez.- susurró desconcertándome- Y si te dijera lo que me aterra... no me creerías. No quiero mentirte, pero ni siquiera sé si mi verdad es... verdadera.

-¿Como no va a ser verdadera una verdad?- intenté bromear, pero mi voz seguía sonando angustiada.

-No importa- negó rápidamente- lo que importa ahora es que necesito irme, de verdad tengo que hacerlo, con o sin ti. No tengo nada que pensar.

-Rubius, por favor...

-Quiero hacer esto por mí, por una vez quiero... sentir que controlo completamente mi vida y que no me dejo llevar por opiniones ajenas. No me pidas que me quede Mangel. No lo haré.

-¿Eso soy yo para ti? ¿Una opinión ajena?- me sentía dolido al pensar que me consideraba como uno más de esas millones de personas que le seguían. No era justo. Por más infantil que sonara... no era justo.

-Mangel...- negó el sonriendo con debilidad. Se acercó aún más a mí y sujetó mi mejilla con suavidad en la palma de su mano, lo cual mandó cosquilleos por mis brazos y piernas, poniéndome la piel de gallina bajo mis abrigos. Los músculos se me ablandaron y mis párpados pesaron. ¿Cómo podía él tener este poder sobre mí?- Sabes bien que tú eres más que eso...- susurró cerca de mi rostro, mirando disimuladamente mis labios de vez en cuando. Me volvía loco cuando hacía eso. No era la primera vez, y aquello incluso lo había notado la gente en nuestros vídeos de Youtube.

-Demuéstralo...- me atreví a murmurar, deseando muy internamente sentir sus labios en los míos una vez más. Pero nunca lo admitiría en voz alta.

-Ven conmigo... por favor Mangel. Ven conmigo a Noruega.- pidió otra vez, ignorando mi petición inicial.

Negué con la cabeza, dando un paso hacia atrás y separando su mano de mi mejilla. Me había sorprendido que se portara así conmigo, tan atrevido y demostrativo sin bromas de por medio. Era algo realmente nuevo en él, algo serio y real.

-Ya te dije que no puedo.- contesté mirándole a los ojos, los cuales ya se habían cristalizado por completo.

-Vale.

Cuando cerró la puerta y se fue, solo pude sentirme horrible.




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Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora