A la mañana siguiente, cuando desperté con dolores de cabeza y sequedad en mi garganta, Rubius no estaba en su cama. No estaba en la habitación.
Afuera, por la gran ventana con asombrosas vistas, podía verse claramente el agua congelada cayendo desde el cielo lentamente; estaba nevando. El cielo se había vuelto gris oscuro, casi parecía que aún era de noche. Sólo algunos pequeños y valientes rayos de sol se asomaban entre las nubes gordas y llorosas.
Me acurruqué bajo las sábanas de la cama luego de haberme tomado una pastilla para el dolor de cabeza, y me quedé viendo la nieve caer sin ninguna expresión en mi rostro.
La mochila de Rubius estaba aún en la habitación, por lo que deduje que volvería pronto. Pero de todas maneras, me preocupaba muchísimo el no saber donde estaría. No tenía miedo de que se perdiera, después de todo, él conocía esta ciudad mucho mejor que yo. Pero al imaginármelo caminando sin rumbo por las calles nevadas... con la mirada baja, ojos rotos y pasos pesados... el pecho se me apretaba y mi corazón tartamudeaba incómodo. Aunque tal vez... él estaba bien. Tal vez estaba tomando el desayuno por ahí... riéndose de todo lo que había sucedido.
No podía saberlo con exactitud.
Recordaba todo. Absolutamente todo lo que había sucedido anoche. Cuando caminamos por Oslo, el restaurante en el que cenamos, la discoteca, los tragos, la música, las luces y el desenfreno alocado que se respiraba en el ambiente. Aquella chica noruega de cabello rosa que me había hecho reaccionar, obligándome a causar una patética escena de celos.
Recordaba también los movimientos de Rubius; su cuerpo saltando al ritmo de la música, un ritmo perfecto que terminó por hacerme perder la cordura por escasos minutos. Minutos que fueron suficientes para que todo se arruinara.
Recordaba ese beso. Lo delicioso que había sido; cálido y húmedo. Brusco, desesperado... aungustiante. Rubius estaba angustiado. Rubius estaba desesperado y me lo transmitió mediante aquel contacto de bocas que yo terminé por romper al encontrar nuevamente la estabilidad que necesitaba.
"Ya no aguanto más"
¿Estaba aguantando? ¿Qué era lo que exactamente se estaba aguantando? ¿Besarme? ¿Tocarme? ¿O tal vez ya no aguantaba que yo no diera el primer paso? ¿Quería hacerme reaccionar? No lo sé.
Podría haber sido el alcohol. Perfectamente, Rubius podría haber estado diciendo gilipolleces por todos esos tragos de colores que ambos habíamos tomado. Él no era de emborracharse por completo. Le había visto ebrio muchas veces, pero definitivamente, nada comparado a lo de anoche. Realmente parecía perdido entre todas aquellas luces y la música ensordecedora.
"Me encantas, Mangel"
"Te quiero"
Te quiero. Pues claro que yo también lo quería. ¿Cómo no quererlo si habíamos tenido una relación amistosa de ya 10 años aproximadamente? Conocía a Rubius de pies a cabeza. Le había visto jugar, reír, saltar, gritar, triunfar, crecer, llorar en silencio, llorar por amor, llorar por soledad, por desesperación, por miedo. Había vivido con él. Conocía casi todos sus demonios internos. Me había divertido inumerables de veces a su lado.
Le había acompañado siempre, aunque muchas veces lo dejaba de lado por alguna novia o por otro de mis amigos. Y él también me conocía bien, también me había dejado de lado varias veces. Pero era normal, coño. Era normal separarnos de vez en cuando. Y fue normal que pese a todo eso nuestra amistad siguiera intacta y fuerte... o al menos, estable.
Pero ahora... ¿por qué ese "te quiero" me había sonado tan diferente? No era lo mismo. Definitivamente había mucho más allí.
No quería considerar esa posibilidad. Esa que revoloteaba en mi cabeza constantemente. Esa que me aterrorizaba. Esa que muchas veces había logrado evitar e ingnorar. Pero Rubius no hacía más que acercarse. Ya no le importaba. Parecía como si realmente hubiese llegado a su límite. Él ya no podía pensar adecuadamente.
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Luces Fuera (Rubelangel)
FanfictionMi corazón golpeó con fuerza mi pecho y mi respiración se cortó repentinamente al escucharle decir aquello. Rubius sólo seguía observándome, suplicante, con lágrimas de desesperación en sus ojos. -Por favor...- susurró con voz quebrada- Tienes que c...