7. Preocupación

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-¡Luzu! ¡Lana! ¡Hostia, que sorpresa!- exclamé riendo, aproximándome luego a ellos para abrazarlos. Últimamente estaba acostumbrado a recibir sólo a Rubius en mi puerta. Ver caras nuevas en la entrada de mi recién estrenado departamento era verdaderamente emocionante, aunque pareciera algo estúpido. A menudo me emocionaba por cosas simples... los que me conocían bien, sabían aquello.

-Mangel, ¿cómo te va, tío?- sonrió Luzu correspondiendo mi abrazo.

-Esperamos no interrumpir nada- rió Lanita con esa mueca de ternura que tanto la caracterizaba.

-Para nada. Pasen, pasen. Estaba acomodando un poco...- agregué invitándolos entre risas nerviosas. Y era verdad. Aquel día me había encargado desde la mañana en limpiar lo mejor que pudiese el lugar.

-Ooh... que bonito departamento- elogió Lana agudizando inconscientemente su voz y mirando en detalle cada rincón de mi hogar. Habían venido a la pequeña fiesta de inauguración, pero ahora la casa estaba más presentable y aireada. Cerré la puerta, sintiéndome feliz por su halago.

-Ya no estás tan vago ¿verdad?- rió Luzu examinando la cocina ordenada, mientras que dejaba descansar sus manos en los bolsillos de su pantalón- Parece que en verdad le has puesto esmero al asunto.

-Que va...- suspiré rascando mi nuca- No lo he hecho solo, me han ayudado.- admití recordando a Rubius corriendo de acá para allá con las cajas de la mudanza en sus manos. Sonreí.

-Ya me parecía raro.- se burló Luzu acercándose a Lana, la cual estaba acariciando al pequeño felino llamado Johnny sentado en el sofá- Adivino. ¿Rubius?

-¿Cómo lo sabes?- pregunté sorprendido, haciéndole sonreír.

-He visto el vídeo de la casa de Rubius. El chaval tiene talento para decorar los interiores de departamentos.- admitió asintiendo con convencimiento- Además ustedes son muy buenos amigos. Aquí me huele a Rubelangel...- suspiró, y luego comenzó a hacer ruidos con su nariz, como si estuviera olfateando.

-Luzu...- rió Lana dándole un golpecito en el hombro.

-No negaré lo evidente.- me carcajeé encogiéndome de hombros, haciendo que mis invitados me acompañaran en las risas.

Nos quedamos toda la mañana charlando sobre trivialidades. Al parecer, Luzu y Lana iban a viajar a L.A para principios de marzo y no volverían en un par de meses. Supuse que me habían visitado para despedirse y agradecí el gesto preparándoles unos macarrones con queso para almorzar, los cuales sorprendentemente me salieron deliciosos. Aquellas clases de cocina por parte de Cheeto habían dado buenos resultados después de todo. Casi tenía el impulso de invitarlo a comer para que viera a su pupilo convertirse en maestro. Vale... aún me faltaba mucho para aquello... pero la emoción era verdadera.

-...y trajeron a Johnny una hora antes de que ustedes llegaran. Tendrían que haberlo visto. Es un exagerado cuando maúlla por comida.- reí mientras acariciaba el lomo relajado de mi gato, el cual escondía sus patitas en mi regazo, ronroneando de gusto.

-Deberías probar con los conejitos. Son mucho más tranquilos en ese sentido- aportó Lana bebiendo el té de manzanilla que le había preparado luego de almorzar.

-No lo sé... en mi pueblo hay gatos por todos lados y cuando vine a Madrid a Rubius siempre le gustaron también, así que creo que no había pensando en otras posibilidades. ¿Tiene sentido?- expliqué relajándome en el sofá.

Lana asintió, y luego miró a Luzu sin decir una palabra, pero él pareció entenderla.

-Fuimos a ver a Rubius ayer. Pero... no nos quedamos mucho tiempo...- comentó Luzu desviando su mirada.

-¿Por qué?- pregunté curioso.

Ambos se lanzaron otra mirada cómplice, la cual logró inquietarme.

-Rubius no parecía muy... a gusto con nuestra presencia...- me explicó Lana peinándose un mechón de cabello rubio detrás de su oreja. Un gesto incómodo.

-¿Qué les hizo pensar eso? Vosotros sabéis que Rubiuh os quiere mucho.- afirmé frunciendo el ceño de manera desconcertada.

-Él no nos echó ni nada por el estilo- aclaró Luzu rápidamente, moviendo sus manos- Lo que sucedía era que... cuando hablábamos con Rubius, sentíamos que él no estaba muy concentrado en la conversación. Nos pareció raro verlo tan callado, por lo que pensamos que tal vez no tenía muchas ganas de tener compañía.

-Por eso nos fuimos pronto... además... la casa se veía un tanto... oscura. No sé... parecía un poco empolvada. Nosotros no tenemos mucha confianza con él como para reprocharle aquello, pero deberías decirle que abra un poco las cortinas o algo...- agregó Lana visiblemente incómoda- Por favor, no le digas que te estamos diciendo esto...- suplicó con una tímida sonrisa.

-No lo haré...- suspiré devolviéndole la sonrisa.- La verdad es que Rubius ha estado muy raro estos últimos meses. Se quedó aquí en mi departamento hace unos días y... creo que tiene problemas para dormir.

-Se notaba... es decir, parecía cansado cuando lo vimos. Definitivamente Rubius está muy decaído. No le quites el ojo de encima Mangel.- recomendó Luzu seriamente.

-Hablaré con su familia cuando vuelva de Noruega. Por ahora... yo lo cuidaré.- establecí soltando a Johnny, el cual desapareció por el pasillo con rapidez.

Así que no eran sólo ideas mías, Luzu y Lana también habían notado el comportamiento extraño que Rubius había adoptado, y aquello sólo logró aumentar considerablemente mi preocupación.

Cuando me despedí finalmente de la pareja, ni siquiera me molesté en cerrar la puerta. Agarré mi abrigo y me lo coloqué mientras salía al exterior; decidido.

Iría a visitar a Rubius.

Y tenía un mal presentimiento.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora