A la mañana siguiente el tiempo se me pasó volando. Todo comenzó a acontecer velozmente a mi alrededor, tanto así que, cerca del mediodía ya me encontraba a bordo del tren que me llevaría de vuelta a Madrid, con la promesa a mi familia de que la próxima vez, cuando regresara, me quedaría mucho más tiempo. La despedida fue rápida al igual que todo lo demás, y en parte agradecí aquello. Tenía la cabeza demasiado ocupada como para ponerme a pensar en cualquier otra cosa que no tuviese que ver con Rubius. Luego de las palabras de mi madre... ahora sólo deseaba verlo lo antes posible. No entendía cómo mi voluntad de estar siempre a su lado se había quebrado de un momento a otro, pero ahora iba a enmendar mi error.
Había intentado contactarle antes de irme a dormir la noche anterior, pero por más que insistí y llamé marcando su número móvil una y otra vez, él nunca respondió. En parte no me sorprendió aquello, ya que Rubius hacía ya tiempo que había apagado su celular para desconectarse por completo y no estar pendiente de sus seguidores que constantemente preguntaban por él, los cuales sumaban sin saberlo una inquietud más a su mente ya agobiada. El último contacto que había tenido con ellos fue aquel video improvisado que subió para no tenerles tan abandonados. Incluso desconectándose de todo... al final Rubius no podía evitar volver a conectarse de alguna manera.
Pero aquella vez había sido diferente... porque según sus palabras dichas con tristeza, aquel había sido el último video "normal" que subiría a su cuenta de Youtube. El próximo video sería la despedida definitiva, y para empeorarlo todo él mismo me había pedido y suplicado entre lágrimas que yo subiese aquel video cuando la semana que supuestamente le quedaba de vida... hubiese terminado finalmente. Semana que hoy... ya se había reducido a dos días. Dos putos días.
No quería creer eso de que sólo le quedaba una semana, pero aquel día... al ver su expresión suplicante y la verdadera angustia que le había aguado los ojos, supe una vez más que no estaba de coña. Nunca lo había estado. Desde el principio él había creído firmemente que en verdad algo/alguien le perseguía. Ella no le había dejado en paz y le había hecho sufrir demasiado. Y yo... yo no quería aceptar que ahora ese jodido ente sin nombre se lo llevaría lejos de mí, después de tanto tiempo luchando, como si fuese una enfermedad terminal.
Aún tenía mis dudas. Una parte de mi seguía insistiendo en que le llevase al doctor, en que me arriesgara a descartar teorías con la ayuda de la medicina, y así al menos podría saber si a Rubius le sucedía algo más que no involucraba a un "ente" ni a presencias invisibles. Pero joder... ¿y si los doctores no encontraban nada que le estuviese afectando? Aquello significaría que Rubius estaba en lo cierto, y que en verdad una fuerza incomprensible para mí le estaba atormentando. ¿Cuál de las dos jodidas opciones era mejor? Ninguna, ninguna me dejaba tranquilo. No quería que Rubius estuviese enfermo, ni tampoco que muriera en tan sólo dos días más por culpa de algo que yo ni siquiera comprendía. Quería encontrar otra opción, pero ya nada se me ocurría.
Así me la pase en casi todo el viaje, pensando y pensando en una solución alterna, con la jaula pequeña del inquieto Johnny sobre mis piernas adormecidas. Al gato nunca le había gustado viajar demasiado, pero al menos se mantenía callado, sin hacer demasiado escándalo que pudiese molestar a los demás pasajeros. Agradecí aquello en silencio, relajándome sobre el asiento y pretendiendo dormir al menos una hora, no porque tuviera sueño, sino porque deseaba dejar de pensar tanto.
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Cuando desperté, lo primero que pude observar fueron unas pequeñas gotitas de agua que salpicaban el vidrio de la ventanilla del tren. Suspiré con la mirada perdida en ellas, deseando calladamente poder seguir durmiendo con el agradable sonido de la lluvia primaveral que se desataba en el exterior grisáceo, pero luego de ver más atentamente por la ventana... reconocí algunos paisajes y zonas que siempre veía cuando viajaba de vuelta a mi hogar luego de visitar a mi familia. El tren ya había llegado a Madrid, y pronto se detendría en la estación.
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Luces Fuera (Rubelangel)
Hayran KurguMi corazón golpeó con fuerza mi pecho y mi respiración se cortó repentinamente al escucharle decir aquello. Rubius sólo seguía observándome, suplicante, con lágrimas de desesperación en sus ojos. -Por favor...- susurró con voz quebrada- Tienes que c...