Esto me recordaba mucho a cuando éramos más jóvenes.
Luego de aquella intensa e inesperada escena que nos había dejado como por media hora sentados y abrazados en el piso de la cocina, habíamos terminado acostándonos juntos en la gran cama de la habitación principal. Ninguno de los dos se atrevió a dormir solo esa noche. Nos tapamos hasta el cuello con todas las sábanas sin decir una palabra y luego nos abrazamos el uno al otro, sintiéndonos terriblemente dependientes. Al menos yo me sentía así.
Me recordaba a cuando vivíamos juntos en aquel pequeño departamento compartido. Cuando no eramos para nada famosos, cuando sólo teníamos un par de subscriptores en Youtube. Soñábamos con ser grandes algún día. Nuestras cabezas estaban llenas de pensamientos esperanzadores, pero nunca nos imaginamos que llegaríamos tan lejos. Yo nunca me lo imaginé.
Recuerdo que casi siempre, Rubius se aparecía en mi habitación en medio de la noche y se metía entre las sábanas, a mi lado. Simplemente se acostaba conmigo, y a la mañana siguiente siempre tenía alguna excusa como que tenía miedo por algún videojuego, o que su cama estaba fría, o que quería estar con su Mahe, como solía llamarme repetidas veces. Nos descojonábamos todo el tiempo por nuestros juegos gays y le hacíamos creer a la gente que éramos pareja. Cuando trabajábamos en Bgames fingíamos nuestro amor romántico las 24 horas del día, y me sentía estúpidamente feliz cuando Rubius me prefería sobre todas las chicas. Así eran nuestros días cuando teníamos aproximadamente 22 años.
Pero todo cambia, ¿no?
Fama, novias, responsabilidades, seguidores, mudanzas, una imagen que cuidar... todo se nos vino encima, y lentamente nos fuimos separando el uno del otro. Jamás nos distanciamos por completo, pero aunque no lo quisiera admitir, mi relación con Rubius fue debilitándose con el paso del tiempo.
Y ahora... me sentía extraño, como si tuviéramos nuevamente 22 años y estuviéramos en nuestro antiguo departamento. Uno de los brazos de Rubius reposaba flojo sobre mi pecho, mientras que el mío descansaba casi con la intención de rodear su cintura. Hacía años que no hacíamos esto, y se sentía como algo íntimo, porque era un secreto de ambos. Ni nuestros amigos ni tampoco nuestros familiares sabían que solíamos dormir juntos. Ni siquiera nuestros subscriptores los sabían.
Antes... siempre bromeábamos con que dormíamos juntos en la misma cama, sabiendo que era verdad. Pero dudo que alguna vez las personas tras la pantalla nos hayan creído. Sinceramente, lo prefería así.
La habitación se había sumido en un silencio que adormecía nuestros tímpanos relajados. Sólo escuchábamos el nostálgico sonido de la lluvia cayendo suavemente desde afuera contra la ventana. De vez en cuando, alguno que otro trueno nos sobresaltaba un poco con su sonoro gruñido desde el cielo, pero ninguno de los dos decía nada. Simplemente nos abrazábamos como si fuéramos una pareja, escondidos en esas cuatro paredes que nos protegían de opiniones ajenas.
Y se sentía jodidamente bien...
-Oye Mangel...- susurró él, acurrucándose poco a poco en mi pecho. Parecía un niño haciendo eso, y no podía evitar sentir algo ternura al verlo con sus ojitos entrecerrados por el sueño.
-¿Sí?- murmuré sintiéndome tentado por su suave cabello castaño rozando mi cuello. Pero no me contuve, así que simplemente extendí una de mis manos y lo acaricié. ¿Quién me juzgaría de todos modos?
-¿No te parece raro... estar así conmigo..?- preguntó en un hilo de voz. Claro... yo no era el único que se había puesto a pensar en eso.
-¿Te molesta..?- interrogué con algo de miedo.
-No...- admitió suspirando contra mi pecho, el cual estaba cubierto por una camiseta que él me había prestado para dormir- Me siento... seguro contigo...- y logré ver un bonito y sutil tinte rojizo en sus mejillas. Me causó gracia, pero no me reí. No sentía ganas de reír, pero estaba muy feliz... en verdad era un extraño sentimiento de plenitud y relajación.
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Luces Fuera (Rubelangel)
Fiksi PenggemarMi corazón golpeó con fuerza mi pecho y mi respiración se cortó repentinamente al escucharle decir aquello. Rubius sólo seguía observándome, suplicante, con lágrimas de desesperación en sus ojos. -Por favor...- susurró con voz quebrada- Tienes que c...