Abrí los parpados de golpe, haciendo que mi visión se tornara borrosa. Joder... me ardían los ojos y no tenía idea de dónde había dejado mis gafas. Pestañeé pesadamente y bufé molesto por el insistente sonido de mi móvil, el cual había sido el causante de mi brusco despertar. Lo saqué del bolsillo de mi pantalón con dificultad y contesté la llamada sin siquiera molestarme en verificar el nombre del gilipollas que me había despertado.
-¿Hola?- gruñí una vez que tuve el móvil pegado a la oreja, aún un poco adormilado.
-¿Mangel? Tío, ¿qué te pasa? Pareces un zombie.- se carcajeó Alexby desde el otro lado por mi voz ronca.
-Qué cabrón...- murmuré suspirando con cansancio. Todavía tenía sueño, pero al menos el dolor de cabeza se había ido.
-¿Qué haces durmiendo a estas horas? ¡Vamos tío! ¡Despabila!
-¿Y desde cuándo tú te levantas temprano?- arqueé una ceja mientras que me enderezaba lentamente para sentarme en el sofá.- ¿Qué hora es?- volví a gruñir, refregándome los ojos con mi mano libre.
-Las 12:30, tío. ¿En verdad estabas durmiendo?
-Que sí macho. Estoy destruido.- contesté con los ojos cerrados.
-¿Estás bien?- su tono burlón había desaparecido por completo con esa última pregunta.
-Sí, sí. Estoy bien. Sólo... tengo muchas cosas en la cabeza...
-Aja... y esas "cosas en tu cabeza" se llaman "Rubius", ¿verdad?- preguntó sorprendiéndome.
-¿Cómo sabes tú que es por Rubius?- no me molesté en negarlo.
-Mangel, tío. Que no soy gilipollas. Todos hemos notado que Rubius está decaído. Cheeto me lo ha comentado el otro día y Staxx también coincidió en que está raro. No sabemos qué le sucede, y estamos seguro de que tú sí. Siempre estás a su lado, así que seguramente estás al tanto de la situación. Es por eso que no hemos intervenido. Pero nosotros también somos amigos de Rubius. Que lo conocemos, macho. No estamos ciegos. La gente también lo nota. Prácticamente Rubius ha desaparecido de twitter y facebook por completo. Hace una semana que no sube un puto vídeo. Ambos sabemos que Rubius no descuida su canal de esa manera sin dar explicaciones.
-Joder Alex.- le interrumpí aturdido por toda la información que me lanzaba. Había terminado de despertarme luego de todo su discurso.- En verdad es complicado de explicar...
-Ya lo sé Mangel. Confiamos en ti, pero no te guardes todo tú solo. Estamos aquí para lo que necesites...
-Gracias, de verdah.- sonreí manteniendo la seriedad en mis palabras.
-Ya vale... llamaba para quedar y salir todos juntos por ahí, pero parece que ni Rubius ni tú están en condiciones.
-Adivinaste.- reí a modo de disculpa.
-Olvídalo- rió él suavizando el ambiente- Me tengo que ir, tío.
-Vale, adios.- me despedí cortando la llamada segundos después. Dejé el móvil en la mesa frente al sofá y me puse de pie, tirando algunos peluches y cojines accidentalmente. El gilipollas de Rubius siempre llenaba su sofá de juguetes coloridos. A veces pensaba que el que en verdad había decorado su departamento había sido Ust. Reí internamente por mis pensamientos y comencé a recoger todo para colocar cada cosa nuevamente en su lugar.
Hasta que vi aquello.
-Siempre tuyo...- susurré con gracia mientras que sostenía aquel cojín entre mis manos. Ese que tenía plasmada mi cara de chaval encerrada en un corazón terriblemente gay- Joder...- reí en voz baja, avergonzado. Nunca se me pasó por la cabeza que Rubius guardaría por tanto tiempo este regalo en plan coña que le había hecho por aquel lejano tiempo en Bgames. ¿Por qué cojones el cojín se veía tan nuevo y limpio? ¿Acaso lo lavaba?
Me estremecí de ternura, y una sonrisa boba se formó en mis labios. Pero luego fruncí el ceño, y dejé el suave objeto nuevamente en el sofá. ¿Por qué coño reaccionaba así? Resoplé molesto por mi actitud de niñato enamorado y encendí las luces del salón, ya que la oscuridad comenzaba a tocarme los cojones. No abriría las ventanas nuevamente, ya lo había hecho antes y Rubius había reaccionado con un cabreo de aquellos, así que simplemente dejé que la luz artificial iluminara mis alrededores.
Caminé hasta la cocina y encendí la luz al igual que había hecho en el salón. Me sorprendí al ver el interior vacío del refrigerador de Rubius. ¿Cómo se alimentaba este gilipollas? Decidí dejar de lado el inquietante hecho de que sólo había unas pocas cervezas en él, y cerré el refrigerador, dispuesto a pedir una rica pizza caliente. Últimamente sólo vivía a base de pizzas, pronto tendría que considerar cambiar aquello.
Cuando terminé de hacer la orden, caminé hacia el cuarto de invitados en donde descansaba Rubius. Quería a comprobar su estado. Me asomé algo temeroso y lo vi. Estaba tapado hasta el cuello, así que sólo logré divisar algunos de sus cabellos castaños bajo las sábanas verdes. Parecía en verdad cansado, así que decidí no molestarlo y cerré lentamente la puerta para no despertarlo. Charles debió de haberle dado unos calmantes bastante fuertes. Dejé que durmiera y caminé hasta la habitación principal, suspirando luego al ver todos los trozos de la puerta destruida desparramados por el suelo. Me dispuse a recoger lo que pudiera.
Fue luego de unos minutos cuando avisaron de recepción que el repartidor había llegado. Les dije que le dejaran pasar y volví al salón justo cuando estaban tocando la puerta. Fabriqué mi mejor sonrisa de subnormal y abrí la puerta, viendo al repartidor con pizza en mano, demasiado sonriente. Estaba empapado de pies a cabeza, pero la caja de cartón en su mano parecía estar intacta. Pobre hombre... sacrificándose en un día de lluvia por mí. Conmovedor...
-Serán siete euros, señor.- informó extendiéndome la caja cuadrada. Claro... sólo se sacrificó por el dinero, no por mí. Reí internamente por mi gilipollez y saqué el dinero de mi billetera para luego entregárselo al mismo tiempo que agarraba la pizza con mi otra mano.
-Gracias.- agradecí dando un paso hacia atrás, y luego cerré la puerta.
En ese momento mi móvil comenzó a sonar nuevamente. Caminé hacia el sofá donde lo había dejado y lo sostuve entre mis manos. Arrugué la frente al ver el nombre de la persona que me llamaba.
Miré un segundo hacia la habitación de invitados y volví a posar mis ojos extrañados en la pantalla.
"Rubius"
Contesté.
-Hola- murmuré como gilipollas. ¿Por qué coño me llamaba? ¿Acaso le había pasado algo? Comencé a caminar hacia la habitación, preocupado.- Tío, Rubius...- volví a decir ya a escasos centímetros de la puerta.
Pero lo único que recibí como respuesta fue una pequeñísima y armoniosa risa desde el otro lado de la línea.
Me detuve de golpe, aún con el móvil pegado a la oreja.
-¿Rubius?
La risita volvió a escucharse. Volví a caminar hacia el cuarto,un poco acojonado.
-Vale, gilipollas. ¿Qué coño te pasa?
La puta risa de los cojones resonó en mi oreja nuevamente y, completamente cabreado, abrí la puerta de la habitación.
Me quedé helado al ver a Rubius acostado en la misma posición que antes. Su respiración era calmada y constante, por lo que comprendí que no se había movido desde mi última visita. Volví a mirar mi móvil, pero la llamada ya se había cortado.
-¿Qué cojones?- susurré mirando nuevamente a Rubius. Temblé levemente al ver su propio móvil cargándose al otro lado de su cuerpo recostado, lejos de él, y negué con la cabeza, totalmente desconcertado. Era imposible que me hubiera llamado, ¿o no? Tal vez quería trollearme o algo, pero ¿cómo coño había hecho todo tan rápido? Llamar, reírse, poner su móvil a cargar y luego acostarse en la misma posición que antes, todo eso con un par de medicamentos recetados por Charles en su organismo.
Me di la vuelta con mi móvil en mano y salí de la habitación con la única intención de ver una buena película y comer pizza...
...y por supuesto, quitarme el miedo repentino que había asaltado mi cuerpo.
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Luces Fuera (Rubelangel)
FanfictionMi corazón golpeó con fuerza mi pecho y mi respiración se cortó repentinamente al escucharle decir aquello. Rubius sólo seguía observándome, suplicante, con lágrimas de desesperación en sus ojos. -Por favor...- susurró con voz quebrada- Tienes que c...