El clima en España descendió paulatinamente mes tras mes. Lo hizo con una lentitud medida, controlada, casi imperceptible, y no fue sino hasta el 19 de diciembre en el que el invierno finalmente pareció hacerse notar por completo. Se presentó en toda su fuerza con intensas ráfagas de viento helado y cielos oscuros incluso en el día. Los días se hicieron más cortos y el sol tapado por las nubes no volvería a salir en un largo tiempo según los pronósticos locales. Ya era sabido que las fiestas de fin de año también se mantendrían cubiertas por aquel manto lúgubre que el invierno había empujado sobre todo Madrid. Por mi parte ya me había acostumbrado nuevamente al constante silbido del viento gélido a través de la ventana. Me acostumbré al frío perpetuo que me obligaba a vestirme con ropas gruesas incluso cuando había calefacción en donde me encontrara.
A decir verdad me acostumbré al invierno con una rapidez muy relacionada a cómo me sentía casi todo el tiempo. Gélido, tenso, algo incómodo y dudoso de mis propias emociones. De cómo debería sentirme. Había días en los que pensaba que estaba tranquilo a pesar de todo lo que sucedía a mi alrededor. A pesar de todo lo que no sucedía. Intentaba convencerme de que podía relajarme, de que ya nada era como antes y de que ya nada dependía totalmente de mí.
Y era cierto. Desde la primera vez que visité aquel hospital especializado en salud mental junto con Cheeto, Alex y Máximus, luego de regresar de Algarinejo, sentía que ya nada estaba en mis manos. Había perdido en parte la capacidad que antes tantas fuerzas me daba para seguir luchando, aquella que, al mismo tiempo, casi acabó por completo con mi cordura. Era cierto que el hecho de que Rubius estuviera internado en ese lugar había aliviado la carga, pero al mismo tiempo había causado una confusión en mi interior que aún intentaba poner en orden. Había regresado de Algarinejo con todas las intenciones de ayudarlo a mejorar, pero, ¿y si él ya no me necesitaba tanto? El doctor había asegurado que sí me necesitaba... pero Rubius parecía no querer tenerme cerca.
Cuando las fiestas llegaron dejaron que Rubius saliera del hospital para reunirse con su familia. Según el doctor no había mostrado muchos avances, pero tampoco retrocesos, por lo que no creyeron inoportuno dejarlo cambiar de ambiente por algunos días. De esa manera yo pude pasar Navidad y año nuevo a su lado, junto con su familia y algunos amigos cercanos.
Aún así su compañía no se sintió reconfortante. Rubius no mostraba muchas emociones. No hablaba y apenas le dirigía la mirada a alguno de nosotros. Simplemente estaba ahí, sentado, medicado, sin expresión en sus ojos, viéndose cansado. Muy cansado.
Incluso cuando llegó Enero yo seguía recordando con claridad aquella primera visita a Rubius en su internación. Y a decir verdad él no había cambiado mucho hasta el día de hoy. Recordaba los mismos ojos distantes, su extraña postura, sus expresiones pintadas en aquel rostro delgado que parecía ya no ocultar nada. Yo ya no sabía qué pasaba por su mente, ya no podía leer sus ojos, por lo que a lo largo de los meses terminé concluyendo que tal vez realmente no había nada más que el cansancio sincero en su mirada.
Sin embargo, al mismo tiempo, recordaba también aquella espeluznante sonrisa que me había mostrado sin temor aquel día, la sonrisa que yo nunca le había visto y que sólo demostraba cosas malas sucediendo en sus pensamientos. Cosas crueles que yo preferí ignorar.
La curvatura de sus labios había crecido con aquel episodio en el que casi todos los enfermos mentales del hospital comenzaron de la nada a golpear sus cuerpos contra las paredes sin razón alguna. Si no hubiera estado ahí, tal vez me habría atrevido a decir que Rubius había sido el culpable de aquello por su sonrisa satisfecha, pero eso era obviamente imposible porque él había estado sentado todo el tiempo frente a mí.
Recordaba ese día muy bien, porque cada emoción fuerte se había grabado en mi memoria a fuerza de permanecer allí para siempre.
Por eso también recordaba a la perfección cuando el padre de Rubius apareció frente a mis ojos repentinamente, justo cuando yo planeaba salir a tomar aire y descansar unos minutos de aquel ambiente en donde los pacientes se habían descontrolado... en donde observar a Rubius me había parecido como observar a un extraño al que debía tenerle desconfianza.
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Luces Fuera (Rubelangel)
FanfictionMi corazón golpeó con fuerza mi pecho y mi respiración se cortó repentinamente al escucharle decir aquello. Rubius sólo seguía observándome, suplicante, con lágrimas de desesperación en sus ojos. -Por favor...- susurró con voz quebrada- Tienes que c...