69. Reaparición

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La mano que sostenía mi móvil temblorosamente me sudaba en exceso, y Rubius no tardó en notarlo. Él sabía que yo estaba demasiado nervioso por lo que íbamos a hacer. Observé en silencio cómo se ponía de pie lentamente, dejando su cama en la que estaba sentado anteriormente frente a mí, para luego acercarse con el rostro serio. Exhalé cuando rodeó con sus manos frías la mía, brindándome un poco de seguridad. Luego, de pie a pocos centímetros de mí, subió su mirada y me mostró sus ojos llenos de incertidumbre que poco a poco volvían a la normalidad. Ya no poseían ese matiz escalofriantemente negro, pero aún no se veían como antes. A veces me daba miedo pensar en la posibilidad de que jamás volvieran a la normalidad.

-Puedo hacerlo sólo...- insistió en voz baja, tal y como había insistido toda esta última semana.

-No.

-No es necesario que tú seas quien "me encuentre", Mangel.

-Dije que no.- lo corté firme, lanzándole luego la mirada más decidida que pude hallar en mí. 

-Entonces deja de dudar y hazlo ya.- pareció suplicar.- Si sigues dudando... ya no te dejaré hacerlo. No dejaré que te impliquen en todo esto. Porque lo harán, Mangel.

Apenas terminó de decir aquello dejé de mirarlo y clavé mi mirada en el móvil. Me alejé de sus manos y rápidamente busqué entre los contactos, y cuando llegué al nombre de "Norman" presioné la tecla de llamada.

Me llevé el aparato a la oreja.

-Ya estoy implicado, Rubius.

Él sólo se limitó a asentir, exhalando con pesadez y retrocediendo para volver a sentarse en su cama.

Dos tonos resonaron en mi oreja antes de que sintiera que del otro lado, Norman había aceptado la llamada.

-¿Miguel?

-Norman.- musité en un hilo de voz, mirando cómo Rubius me observaba atentamente.- Estoy en el departamento de Rubén.

-¿En su departamento, dices? ¿Encontraste algo?

-Él...- Cerré los ojos con fuerza, reuniendo valor para hablar sin rodeos.- Él está aquí.

Silencio.

-¿Qué?

-Rubén está aquí.- repetí lo más claro y rápidamente posible. 

Norman tardó nuevamente en contestar, pero en cuanto lo hizo su voz sonó profesional y clara.

-Voy para allá. Llevaré a mi equipo y una ambulancia. No lo pierdas de vista, Miguel. Estaré ahí en cinco minutos.

-Vale...- susurré, sintiendo un escalofrío removerme los hombros.

Sentí que siguió hablándome, pero sin darme cuenta mi dedo ya había cortado la llamada.

Caminé lento hasta la cama y me senté al lado de Rubius, mirando aún el móvil entre mis manos. Sabía lo que tenía que decir en cuanto ellos llegaran. Sabía exactamente cómo comportarme y cómo fingir que realmente acababa de encontrarme a Rubius en su departamento. Habíamos planeado todo durante esta última semana detalladamente.

Aún así... aún así no podía dejar de estar nervioso, tanto que incluso sentía ganas de vomitar.  

No íbamos a decirles la verdad, porque simplemente sabíamos que ellos no la creerían. Rubius había insistido en eso hasta convencerme. Habíamos creado otra versión de los hechos.

Suspiré sonoramente cuando sentí la cabeza de Rubius apoyándose despacio en mi hombro.

-Mangel yo... jamás podré pagarte todo... todo lo que haces por mí.- escuché que dijo en voz bajísima. En su tono había tanta culpabilidad y gratitud que sentí mis nervios menguar un poco. Había tomado la decisión correcta. Había tomado la decisión de ayudarle en todo esto porque sabía que sería demasiado para él sólo. Quería acompañarlo cuando le agobiaran con preguntas, cuando lo examinaran, cuando explicara lo que "había sucedido", cuando se reencontrara con sus seres queridos. Quería estar ahí en todo momento, y la única forma era siendo parte de su reaparición. Involucrándome por completo... a pesar de que aquello pudiera costarme mi posición de "inocente". A pesar de que me comenzaran a ver como un posible sospechoso.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora