34. Créeme ~Rubén~

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No le creas...

Sabes bien que es imposible...

Solo está contigo por pena...

Piensa que estás loco, Rubén.

Todos lo pensarán si confiesas...


La cantidad de veces que quise decirle que parara de hablarme. La cantidad de veces que lloré en soledad porque no se callaba y su voz me causaba literalmente dolor de cabeza. La cantidad de veces que ella había susurrado palabras horribles en mi oreja sobre Mangel.

La cantidad de veces que... yo le había creído.

-Mientes...- susurré temblando en mi lugar, sin poder sacarle los ojos de encima a su rostro preocupado. Mangel seguía observándome atentamente, casi parecía estar buscando la mentira en mi mirada. Pero nada de lo que yo había escrito en esa libreta era mentira. Desearía con todas mi fuerzas que así fuera, desearía poder reírme en su cara llena de espanto y burlarme de su ingenuidad al creer una historia tan irreal como la que yo le había contado con palabras de lapiz y papel.

Pero todo era verdad. Cada una de esas horribles vivencias eran verdaderas. Y estaba casi seguro de que mi desesperación podría notarse facilmente a kilómetros de distancia.

Mangel elevó una mano hacia mí, como si quisiera calmarme, como si temiera a que yo explotara en cualquier momento. Y de alguna manera me sentía así, a punto de explotar.

-Rubius...

-Si no me crees... - le interrumpí frunciendo mi ceño.- ...dímelo, pero no me mientas, Mangel. No te atrevas a mentirme.

-No miento.- aseguró serenamente. Sabía que lo hacía para no alterarme.- Yo... también he vivido y percibido cosas extrañas. Todas cuando estaba a tu lado.- confesó, sorprendiéndome.- Pensé que eran cosas mías e intenté ignorarlas pero... ahora, después de leer esto...- Sus ojos se desviaron de los míos y se clavaron en la libreta que sostenía entre sus manos.-... ahora estoy casi seguro de que esto no es algo normal. Te creo Rubius... y te creería también a pesar de nunca haber percibido algo extraño a mi alrededor. Te creo porque puedo ver que dices la verdad. Pero... necesito un poco de tiempo para procesar todo esto. ¿Si me entiendes?- terminó de preguntar, volviendo a mirarme con sus ojos azabaches bien abiertos.

Pestañeé emocionado, intentando controlar el gran nudo que comenzaba a apretarme demasiado la garganta.

Últimamente sentía que lloraba todo el tiempo. Me había convertido en un ser patético que no podía aguantar ni un día sin derramar lágrimas. Y aquello me molestaba. Yo no era así de sensible, siempre había sabido ocultar bien en el fondo mis pensamientos más negativos para mí solo. Pero todo lo que me estaba ocurriendo, todo lo que tenía en mi mente y sobre mis hombros... era simplemente demasiado para mí. Nunca me había sentido tan mal, cansado y decaído.

Pero en ese momento; en ese momento en el que Mangel me aseguró que me creía y que me apoyaba... sentí que me sería casi imposible no derramar lágrimas. Aunque estas serían de emoción, porque él me creía. Porque estaba de mi lado. Mangel me ayudaría. Me ayudaría a salir de todo esto.

-¿Y ahora por qué lloras?- suspiró él aproximándose a mí y sentándose a mi lado en la cama. Parecía cansado de verme sollozar, y yo no pude hacer más que sentirme avergonzado y estúpido. Uno de sus brazos protectores rodeó mis hombros y mi cabeza terminó apoyada cerca de su cuello.

-Nada, nada. Es que...-sorbí por mi nariz, intentando calmar mi respiración entrecortada por el llanto.- ...pensé que no me creerías.

-Creo que te conozco lo suficiente como para saber cuándo finges y cuándo en verdad tienes miedo.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora