59. Bajo Control

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Se sentía un poco extraño pero, de alguna forma, era agradable percibir el peso de su cabeza rendida en mi hombro relajado. En realidad era una de las pocas cosas que aún me mantenían despierto. Su peso... y su voz grave tarareando en murmullos adormilados. Su voz se escuchaba muy baja, pero en la habitación había tanto silencio que yo no tuve problemas en identificar la canción que él hacía vibrar en su garganta. "More and more", de Webb Pierce, estaba seguro de que era esa. Al principio me había costado un poco identificarla, porque Rubius la tarareaba con la boca cerrada, en un tono muy bajo y mucho más lento que el de la canción original. Pero aún así, a mí me estaba gustando mucho más su versión levemente desafinada. Era muy agradable escucharle así; ambos acostados en las sábanas un poco desordenadas, iluminados de manera escasa sólo por el sol que recién comenzaba a filtrarse por la ventana ubicada a un costado de nosotros. Algunas brisas primaverales se colaban de vez en cuando en la habitación, agitando las cortinas y estremeciéndonos inevitablemente, pero no lo suficiente como para que quisiéramos taparnos hasta la cabeza. Nos brindaba una frescura agradable. Los cobertores sólo nos tapaban los pies y parte de las piernas, y con eso nos bastaba por ahora. Además... yo no tenía ánimos de moverme. Estaba muy cómodo así, acostado boca arriba, con una mano en el estómago y con el otro brazo extendido sobre la almohada larga bajo mi cabeza. Rubius se había apoyado en ese brazo; su nuca me hacía presión y su cabeza permanecía caída de lado sobre mi hombro. Lo único que podía ver de él era su cabello desordenado y oscurecido. Y en verdad, en serio era muy agradable, extraño, pero agradable sentir su peso contra mí. Sentirlo acurrucado contra mí. Más que agradable... la palabra correcta sería "reconfortante". Sí, definitivamente era reconfortante tenerlo de esta manera, conmigo, ambos relajados y despreocupados. No había nada que nos molestase. No había nada más. Nadie. Sólo el tarareo grave de Rubius y sus pies cálidos marcando de vez en cuando el pulso lento de la canción contra los míos, acariciándolos ligeramente.


Cerré los ojos con lentitud, demasiado cansado y relajado como para seguir observando el techo, pero en cuanto lo hice un sonido molesto tapó la agradable voz de Rubius y me hizo sobresaltar.

Mi móvil estaba sonando.

Cuando abrí los ojos de nuevo..., simplemente me mantuve inexpresivo al notar que estaba completamente solo en mi cama, en un entorno mucho más oscuro que el anterior, mucho más cerrado. No había ningún peso reconfortante sobre mi hombro.

No me moví. Me quedé quieto y con los párpados entrecerrados hasta que el móvil paró de sonar al fin. Cuando lo hizo volví a cerrar los ojos, esperando volver a aquel sueño cada vez más borroso que definitivamente había sido mucho mejor que mi realidad actual. Sin embargo no pude lograrlo, ya que el móvil comenzó a sonar nuevamente sobre la mesa al lado de mi cama. 

Me removí, quitándome resignado las mantas de encima. No me di cuenta de que Johnny se había dormido a mi lado, por lo que terminé aplastando al pobre entre todos mis movimientos perezosos. Me quité con rapidez apenas sentí su maullido de queja y su cuerpito bajo mi costado, observando luego cómo saltaba de la cama hasta el piso para después salir corriendo por la puerta abierta de la habitación. 

Suspiré ya más despierto y, aún con la pesadez en mi cuerpo, busqué mis gafas sobre la misma mesa pequeña en donde se encontraba el móvil. Fue así como, luego de colocármelas y aclarar mi visión, finalmente tomé el móvil que ya había dejado de sonar una vez más. En la pantalla se mostraban dos llamadas perdidas de la misma persona: Alexby.

Me dispuse a llamarle. Esperé paciente, sentado en el borde del colchón, escuchando inmóvil los tonos de llamada que producía el celular contra mi oreja. Era el único sonido que se escuchaba en todo el cuarto. Al menos lo único que yo lograba escuchar.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora