24. Brillo Propio

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-¡Me pido la ventana!- exclamó Rubius infantilmente, sentándose en el lugar que daba justo al exterior antes de que yo pudiera ganarle.

-Tío, yo quería ir de ese lado- me quejé siguiendo su juego mientras que guardaba mi equipaje de mano en el compartimiento superior cerca de nuestros lugares.

-Pues te jodes.- cantó burlón mirando su móvil en mano. Parecía estar hablando con alguien.- Ya le he avisado a mi madre que subimos al avión- dijo después, confirmando mi teoría.

Me senté a su lado y suspiré mientras que comprobaba la hora con mi propio teléfono. Eran las ocho de la noche, pronto oscurecería por completo así que el vuelo lo haríamos en plena oscuridad.

Observé el pasillo a mi lado por donde la gente seguía caminando, buscando lentamente sus lugares correspondientes para acomodarse, y agradecí mentalmente que este avión tuviera sólo dos asientos por fila y no tres. Siempre me molestó viajar junto a desconocidos, pero por suerte, ahora al único que tenía a mi lado era a Rubius, el cual miraba fijamente hacia la ventana. Parecía como si nunca hubiera viajado en avión, cosa que no era para nada cierta.

Arqueé una ceja, sin entender por qué observaba tanto hacia el exterior.

-¿Qué miras?- pregunté aproximándome también a la ventana, intentando divisar algo.

-Nada, nada...- negó rápidamente, dándose la vuelta.

Y me sonrió.

Pero fue esa sonrisa.

La sonrisa débil y asustada que hacía tanto no me mostraba.

Esa que me causaba escalofríos.

-¿Seguro?- no pude disimular mi tono preocupado.

-Sí, sí. Es sólo que tengo algo de sueño.- se excusó riendo falsamente.- Creo que dormiré todo el viaje.

-Vale.- acepté su explicación a pesar de que no le creía en lo absoluto.

Luego de una larga media hora de espera el avión despegó por fin. Hubo algo de turbulencia durante el ascenso, pero nada fuera de lo normal.

Durante los primeros minutos Rubius y yo hablamos de cualquier cosa mientras que el equipo de vuelo servía una cena caliente. También vimos un capítulo corto de una serie por las pantallitas que se mostraban pegadas en los asientos delanteros. No terminé de comprender completamente si la historia era un drama o una comedia, pero con Rubius a mi lado era imposible no descojonarse por comentarios estúpidos sobre la serie. Al final a penas me enteré de qué iba la trama, pero no me importó mucho.

Así pasó la primera hora y media, hasta que finalmente las luces del avión se atenuaron un poco, dejando paso libre a los pasajeros para dormir si así lo deseaban.

Al parecer lo que decía Rubius sobre que estaba cansado era verdad, ya que no tardó en quedar dormido a mi lado, y luego de quitarme los lentes y acomodarme en mi lugar, yo también me sumí en la plena inconsciencia.

~~~

-Mangel. Mangel, tío.- escuché unos susurros que me hicieron fruncir el ceño, y, confundido, abrí mis párpados con pesadez.

Todo estaba oscuro, pero alcancé a divisar los ojos de Rubius, los cuales me observaban atentamente.

-¿Qué pasa...?- murmuré mientras que mis ojos se cerraban de nuevo. Aún tenía sueño, seguro no habían pasado ni diez minutos desde que había cerrado los ojos.

-Mangel, no te duermas. Tienes que ver esto, Mangel. ¡Mangel!- gritó bajito en mi oído, haciéndome sobresaltar.

-¡Coño!- me quejé en voz baja buscando mis lentes. Cuando los encontré, me los coloqué y miré a Rubius con la frente arrugada.- Tío, que están todos durmiendo. ¿Qué pasa?- gruñí masajeando mi cabeza algo adolorida por el repentino despertar.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora