22. Gracias

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Me iba a volver loco. Me iba a volver loco si este gilipollas no se dignaba a contestarme el móvil. Que cabrón. Ya le había llamado cinco veces. ¡Cinco veces! Vale. Puede que estuviera dormido o preparando sus maletas para el viaje, ¡pero no le costaba nada mandarme al menos un whatsapp diciéndome que estaba ocupado!

Marqué su número una vez más, pegando luego el móvil a mi oreja. Mi pie derecho golpeaba repetidas veces el suelo y mi mano hacía los mismos movimientos ansiosos sobre el colchón en donde estaba sentado. 

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos.

Cuatro tonos.

Cinco...

¡Mierda!

Gruñí cabreado, tirando el móvil a tomar por culo después de escuchar por sexta vez la vocecita de la operadora diciéndome que el número al que llamaba no estaba disponible. ¡Es que me cago en todo ya! Al fin me había decidido, después de varias horas dando vueltas en la cama como una colegiala, a hablar con él para al menos arreglar las cosas. ¡Pero no! Rubén Doblas es un hombre ocupado. No tiene tiempo para contestarle a sus amigos el móvil. No le molesten porque de seguro se cabrea el muy...

Suspiré, intentando relajarme. En verdad me cabreaba que no me respondiera las llamadas, pero tenía que centrarme y dejar de pensar en estupideces. Él debía de tener una buena razón para no hacerme caso. Sí. Tenía que haber alguna buena razón, y es que antes era Rubius el que me llamaba todas las noches, no yo.

Tal vez me merecía que no me contestara. Tal vez sigue enojado.

Pero ahora estaba aquí, sentado en la cama, recién duchado y levantado, listo para un nuevo día productivo en familia. ¿Productivo? Lo único productivo que había hecho había sido comerme el cerebro pensando en si debería llamarle o no.

Pero entonces... ¡milagro! La melodía de mi móvil comenzó a sonar. Me sobresalté y comencé a buscarlo con rapidez por la habitación, cagándome en todo por haber sido tan gilipollas de haberlo tirado a quién sabe donde.

Definitivamente aquella mañana me había levantado con el pie izquierdo.

Lo encontré debajo del escritorio, y agradecí que la pantalla táctil no se hubiera quebrado.

Pero al ver quién me llamaba, fruncí el ceño, totalmente decepcionado.

-Alexby, tío.- contesté poniéndome de pie y despeinándome el cabello distraídamente. Miré por la ventana, viendo cómo restos de la lluvia de anoche aún oscurecían un poco el ambiente.

-Mangel has visto el vídeo de Rubius, ¿verdad? - vaya que era directo el niño...

-Eh.. sí. ¿Pasa algo?

-¿Que si pasa algo? ¿Tú eres tonto o te pegan en casa? ¡Rubius se va a Noruega!

-Ya lo sé, joder.- gruñí frustrado por recordar ese tema.

-¿No se supone que tú estabas con él? Si se va es porque algo malo debe haberle sucedido. Yo no me creo ese cuento de que lo hace para tomarse una vacaciones.

-Pues créelo Alexby, Rubius se va porque necesita cambiar de aires. Y yo... estoy de acuerdo con él. Creo que le hará bien alejarse de todo por un tiempo.-Yo tampoco me creía que Rubius hubiera decido irse sólo por unas "vacaciones". Sabía que había algo a lo que él le temía. Algo que le estaba haciendo dormir mal y comer menos.

"Tengo miedo, Mangel"

"No estoy bien"

" Si te dijera lo que me aterra... no me creerías."

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora