64. La Orden

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Rubius bebió el agua considerablemente más lento que la primera vez que se la ofrecí, y mientras lo hacía, yo decidí buscar en el baño lo necesario para limpiar lo que había vomitado al costado de la cama. No lo miré mientras me encargaba de limpiar la pequeña zona, pero pude sentir con facilidad y en todo momento sus ojos clavados en mi nuca. 

No divisé ninguna araña entre la suciedad esta vez, y en verdad agradecí mentalmente por ello. Sin embargo, lo que sí alcancé a distinguir fueron alguna clase de cuerpos alargados y delgados, diminutos y deformados por todo lo que los rodeaba. Alancé a ver tres. Estaba seguro de que debían de ser alguna clase de gusano.

Intenté disimular la mueca de asco que me causó razonar aquello y seguí limpiando en completo silencio.

Cuando terminé y dejé todo en el baño nuevamente volví a la habitación y entonces me atreví finalmente a mirar a Rubius a los ojos. Por suerte él no había vuelto a vomitar, aunque aún se abrazaba al balde que le había dado, con ambos brazos y de manera firme. Seguía sentado en la cama y, al sentir mi mirada, él también decidió observarme.

-Perdón...- comenzó a decir.

-No.- negué al instante, acercándome a la cama.- No pidas perdón por algo así.

-Sé que... me veo mal. Y sé que quieres pedir ayuda pero en verdad... necesito que no lo hagas por ahora.- pidió. Percibí que su voz sonaba un poco mejor que antes. Ya no tan gastada, y con un poco más de volumen.

-Lo sé.- asentí derrotado. Terminé de acercarme a la cama y me senté a su lado, manteniendo mis pies apoyados en el suelo.- No sé qué planeas esta vez Rubius... no logro entenderlo.- confesé exhausto. Estaba feliz de que él estuviera conmigo. Demasiado feliz y aliviado, pero ahora también deseaba saber todo lo que había sucedido realmente. Al verlo un poco mejor... sentí que ahora era una oportunidad para saber al fin.

No respondió. Se quedó callado, y lo único que hizo a la larga fue soltar un suspiro sin fuerza.

Giré un poco y lo miré a los ojos, haciendo que él me mirara de la misma manera. Luché por no desviar la mirada al ver sus iris oscuras y tomé aire. 

"¿Estás enojado conmigo?"

Aquella pregunta que él me había hecho ya dos veces anteriormente se me vino a la mente, y entonces vi con ella una oportunidad. La oportunidad de comenzar la conversación que tanto necesitaba tener con él.

-¿Y tú?- pregunté, sin dejar de mirar sus ojos.- ¿Tú estás enojado conmigo?

Pestañeó, reteniendo su mirada en la mía.

Ambos sabíamos que mi pregunta no hacía referencia a este momento actual, sino que se remontaba a mucho antes. Mucho antes... cuando todo se arruinó por completo. Cuando nos separamos. Cuando él desapareció y ya nadie supo de él.

Cuando Rubius pareció comprender del todo mi pregunta repentina, me sorprendí al verlo negar dos veces de manera lenta.

-Nunca...- susurró.- Nunca estuve enojado.

¿Qué?, pensé de inmediato. El desconcierto seguramente se me marcó en toda la cara, ya que Rubius al instante movió el cuello y bajó los ojos al balde entre sus brazos. 

-Mangel yo... jamás quise alejarme así.- comenzó a decir con lentitud.- Pero no tuve opción.

-Ella.- dije casi como si fuera un insulto, y él me miró seriamente.

-Sí.- asintió sereno, sorprendiéndome un poco.- Desde el comienzo ella se ha dedicado a perjudicarme. Tú lo sabes bien.

-Lo sé pero... entonces, ¿ella habló por ti aquel día? Cuando peleamos esa mañana en Algarinejo...

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora