66. Compañía

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Luego de unos segundos sentí un bajo quejido desde su garganta que me hizo abrir los ojos y despertar de mi letargo.

Me separé un poco y observé su ceño arrugado sin fuerza, en señal clara de que algo le dolía.

-La cabeza me está matando... perdona.- murmuró antes de que yo pudiera preguntar, pareciendo avergonzado.

De inmediato me centré en su frente y quité despacio el trapo húmedo que le había colocado allí antes, para luego poner la palma de mi mano en busca de señales de fiebre alta.

-Tienes fiebre...- suspiré sintiendo la calentura de su piel contra la mía.- Todo tu rostro está caliente...- seguí, bajando mi mano por el costado de su cara sonrojada. Quité despacio los restos de lágrimas que habían quedado en sus mejillas, mirando atentamente cómo sus ojos oscuros se desviaban disimuladamente de los míos.

-Mmm...- emitió bajito, alejándose ahora de mi mano.

Le miré atentamente un momento, y entonces me di cuenta de que su rostro pálido ahora volvía a tener color, uno rojizo más que todo. Uno saludable... para nada el que se ve en alguien con fiebre alta.

Sonreí de lado al comprender el destello avergonzado en sus ojos.

-Iré a traerte un cepillo de dientes y agua para que te laves la boca. Sabes a mierda, tío.- Intenté bromear, logrando que su rostro se coloreara con más "fiebre".

Al no obtener respuesta en forma de palabras y tampoco de parte de sus ojos volví a sonreír para mí mismo y me levanté de la cama para encaminarme al baño y dejarlo un momento solo.

No me di cuenta de que seguía sonriendo como gilipollas hasta que me vi reflejado en el espejo del baño. Aún tenía mis ojos llorosos y enrojecidos. Sorbí por la nariz, limpiándome los restos de lágrimas de las mejillas.

Joder...

Rubius estaba en mi casa. Había vuelto en verdad.

No estaba enojado conmigo.

Al fin estaba sano y salvo en mi hogar.

Acababa de besarle. Él no se había negado.

Lo peor había pasado. Ella ya no lo molestaría, Rubius aseguraba eso.

Podría estar tranquilo con él...

Podríamos volver a ser nosotros mismos.

¿Podríamos olvidar todo esto y solo... seguir?

¿Estaba... realmente dispuesto a abandonar las miles de preguntas que aún no tenían respuesta...?

Olvidar... ¿sería tan simple?

Observé en el espejo cómo mi sonrisa se borraba levemente, y luego bajé la mirada a mis manos apoyadas en el lavabo.

Me percaté de que tenía la piel seca y resquebrajada, no se veía nada bien. Y cómo no... si todos los días anteriores no me había estado cuidando para nada. Con suerte me disponía a darme una ducha cada dos días. En mi mandíbula y mentón tenía una barba descuidada. Y es que simplemente antes no poseía el ánimo de fijarme en mí. No tenía ninguna razón para hacerlo.

Y ahora... aún me sentía algo mareado por la brusquedad de mi cambio de ánimo. Por la repentina aparición de Rubius, el cual increíblemente se había presentado ante mí de la nada en el momento que yo menos me lo esperaba, regalándome un alivio mitad exultante y mitad atemorizante.

Sería tan fácil si solo pudiera presionar un botón de reinicio en mi cabeza para olvidar todo lo malo y comenzar de nuevo... solo con los recuerdos que yo seleccionara conservar.

Luces Fuera (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora