10 de julio de 2021
Querida Julia:
Tuvimos una semana complicadísima, mi amor. Todo inició con un desconocido tocando el timbre el lunes a las siete de la mañana.
—Rafael Fernández, señora Osorio. Alejandro tuvo un accidente y lo reemplazaré hasta que se mejore. —Pasó sin decir más nada, dejó su bolso en el sillón y se dirigió a la cocina.
—Empezamos mal, muchachito —susurré amargada.
Eso sólo fue el comienzo, Julia.
Traté de explicarle cómo era nuestra rutina, pero estuvo más pendiente de ese teléfono del demonio que de mí. Le indiqué cuál era nuestra habitación, le señalé que debía estar en silencio y tener paciencia. Claramente, no cumplió ni lo uno ni lo otro. Lo primero que hizo al entrar a nuestra habitación fue prender el televisor y poner un canal de acción, con el sonido al máximo. Despertaste asustada por todo el ruido, traté de acercarme para calmarte, pero él ya te tenía en sus brazos y te estaba colocando en la silla de ruedas para sacarte al patio.
—¡No! ¡No! —Caminé lo más rápido que pude, mi cuerpo quejándose por el esfuerzo—. ¡Primero hay que limpiarla, después el desayuno y la sacamos a tomar aire!
Estabas histérica, no sabías qué hacer. Gritabas y movías tus manos, buscando algo firme a qué aferrarte. Mi corazón se destrozó al verte de esa forma. ¡Él no entendía nada de nada!
—Isabel. Isabel. Isabel —repetías incesante.
Observarte así me dio las fuerzas suficientes para alcanzarlos y pegarle fuerte a Rafael en una pierna con mi bastón.
—¡Vieja loca! Aquí el experto en esto soy yo, así que le pido que se vaya o se tranquiliza y me ayuda a calmarla a ella.
«Cabrón insensible». Lo insulté mil y una veces en mi mente, mientras accedía, mientras me acercaba a ti y mientras trataba de calmarte. Aún lo sigo insultando.
Las cosas después no mejoraron mucho, Julia. Perdón. Aunque hice lo posible para ayudarte en todo y estar ahí para calmarte cada vez que él hacía algo que no debía (lo que ocurría a cada minuto). Me dio tanta impotencia ver cómo destruía la rutina que tanto tiempo nos había costado establecer; y mi sentimiento aumentó en demasía cuando llamé para pedir otro cuidador y no había ninguno disponible.
Por otra parte, Alejandro ha estado llamando día sí y día también para averiguar cómo estás. («Está bien, sí, ella está bien. De verdad no te preocupes, mijo. Concéntrate en mejorar pronto y volver, Julia extraña escuchar música contigo».) Qué muchachito tan enternecedor y dedicado. No le diré la verdad aún del problema Fernández, no necesita tener cosas de qué preocuparse.
Pudimos vivir esos cinco días a duras penas, el Señor me dotó de una gran paciencia para no terminar matando a ese desagrado humano. Agradezco que la última jornada fuera diferente, no sé qué hubiese pasado de haber tenido otro día tan estresante y desastroso como los anteriores. Francisquito y Gabrielita vinieron; según ella, me había comentado de la visita la última vez que estuvo aquí, pero no lo recuerdo. Me ayudaron mucho a lidiar con el suplente de Alejandro, así que, para agradecerles, les preparé el mejor banquete que he hecho en años, y siento que aún no hice lo suficiente.
Judith, tu otra sobrina, llamó hoy. Nos invitó a ir a la playa la semana próxima. Como tu rutina fue brutalmente destruida, acepté; espero que te guste ir. Me encanta que tu familia esté tan pendiente de nosotras. Estoy ansiosa por salir de estas cuatro paredes.
Con amor,
Isabel
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Un minuto más
RomanceCombinando el presente y el pasado, Isabel hilará los diferentes hechos de su vida para poder narrarle, a través de cartas, su historia a su amada; recorriendo viejos caminos, pero esta vez sin compañía. Historia destacada en el perfil @FiccionGener...