XV

1.1K 159 20
                                        

22 de septiembre de 2021

Querida Julia:

He decidido no contarte más acerca de los años de maltrato que te di. Supongo que es suficiente con lo que te conté hace pocos días. Eso sólo fue la punta del iceberg, ya podrás imaginar todo lo demás. De modo que comenzaré a escribir desde el momento en que, podría decirse, cambié.

No tuve ningún sueño revelador en el que apareciese mi hermana explicándome que tenías la culpa de su muerte. Ni de cerca. En verdad, con el paso del tiempo entendí que mi hermana no murió por tu culpa, aunque el odio (ahora sin razón) hacia ti se mantuvo por un par de años.

Comencé a tolerarte más cuando me tocó explicarte matemáticas y física, por petición de tu mamá, materias en las que sinceramente apestabas; eras muy buena en todo lo que no implicara números, no eras amiga de estos en lo absoluto.

Con el paso de los días, me encontré botando todas las cosas malas que había escrito sobre ti, queriendo pasar más tiempo contigo fuera de las tutorías. Quería ser tu amiga pero no sabía cómo; sentía vergüenza por cómo te traté por tanto tiempo. Tenía miedo de que me rechazaras. No te iba a culpar si lo hacías.

Un día sólo decidí dejar que las cosas fluyeran. Preferí saltarme las incómodas escenas en las que hablábamos seriamente, llorábamos y te pedía perdón.

—Estoy aburrida. ¡Vamos al circo! —exclamé aquel día, cerrando los libros y cuadernos.

Me miraste incrédula. Me levanté con una sonrisa y te tendí la mano.

—Mañana tengo examen, me faltan un par de puntos más para estudiar. Además...

—¡No importa! Vamos, vamos; por favooor —interrumpí.

Me miraste vacilante. Crucé los dedos mentalmente, recuerdo que pensé: «Por favor, no me rechaces». Estaba muy nerviosa aunque no se notara.

—Vale.

Solté todo el aire que había estado aguantando sin darme cuenta. Ignoraste mi mano tendida y pasaste por mi lado sin decir nada más. «Un paso a la vez. Vamos bien, Isabel», me felicité.

Fue un gran día. Me enteré de que no eras fanática de los circos, odiabas ver a los animales obligados a estar fuera de su hábitat. Comimos todo lo que se nos ponía en frente (al día siguiente estuve enferma gracias eso), me permití conocer a la Julia que todos amaban; encontré en ti a una amiga.

—Gracias por esta tarde diferente y por aceptar ir conmigo —dije, cuando estábamos llegando a tu casa—. Me gustaría repetirlo pronto. Perdón por todo, Julia; sé que no es suficiente, pero perdón —añadí.

Te di un beso en la mejilla, recuerdo un cosquilleo atravesarme completamente al hacerlo. Estabas muy sorprendida y me fui antes de que dijeses algo.

Con amor,

Isabel

Un minuto másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora