22 de noviembre de 2021
Querida Julia:
Te abordé el 29 de marzo de 1964 durante una comida con nuestras familias. Tú y yo fuimos a buscar el postre a la cocina y, estando solas, recité algunas cosas de la carta. Dejaste caer los cubiertos al escucharme, agradecí que no tuvieses los platos porque habría sido un gran desastre; cuando te miré, después de recoger lo que dejaste caer, me veías sorprendida, estabas pálida y temblando.
—¿Qu...Qué dijiste? —tartamudeaste.
—«Sin embargo, me atrevo a pedirte una oportunidad, así como tú lo hiciste hace tantos años, para poder ganarme tu confianza otra vez y demostrarte que todos mis sentimientos por ti son tan reales como el sol que nos ilumina cada día; este amor que siento por ti es algo inherente en mí y deseo que se mantenga así hasta el día de mi muerte» —cité la última parte de tu carta, mirándote fijamente a los ojos.
—Yo... ¿Cuándo? ¿Cómo? Pe...Pero nunca te la mostré... Yo... ¿De qué hablas?
Tu incomodidad y desconcierto en ese momento me enamoraron más de ti; no pude evitar reír y darte un beso en la mejilla, el cual hizo que te pusieras rojísima, y reí más.
—Vamos a llevar el postre. Nos están esperando.
Con amor,
Isabel

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Un minuto más
RomantizmCombinando el presente y el pasado, Isabel hilará los diferentes hechos de su vida para poder narrarle, a través de cartas, su historia a su amada; recorriendo viejos caminos, pero esta vez sin compañía. Historia destacada en el perfil @FiccionGener...