08 de abril de 2022
Querida señora Julia:
Muchos dicen que me falta un tornillo solo porque soy cuidador de personas con alguna enfermedad neurodegenerativa. No entienden porqué "quiero vivir esto de cerca". Piensan que tal vez me gustan los ambientes tristes que siempre tienen el mismo final: la muerte. Pero todo tiene ese final! O no? Todos morimos, señora, y es algo que debemos entender más pronto que tarde. Por otra parte, mi familia, o mejor dicho mi medio hermano menor Sebastián, no entiende por qué preferí irme de una ciudad pequeña y tranquila para venir a vivir a la capital, a esta ruidosa y desastrosa ciudad. La verdad es que aquí me siento cómodo y siento que hago algo importante por alguien más. No es fácil de explicar en verdad. No. No es fácil. Pero hago mi mejor esfuerzo. Sí, a veces tengo ganas de volver a la "tranquilidad" andina (y sí, entre comillas porque yo no sé de qué tranquilidad hablan cuando revienta algún problema) pero se me va en menos de un día. Extraño a mi papá y a mi hermano, a la bruja que tiene por esposa mi progenitor no, esa tipa está loca y no la extrañaría ni aunque quisiera...
Señora Julia, no sé si soy el primero en escribirle una carta porque la señora Isabel no lo informa. Supongo que tiene sentido porque esto es una compilación de cartas para formar su historia, no una competencia de quién escribe primero. Sí, sé que cambio de tema un poco abruptamente pero es sin notarlo, en persona le juro que tiendo a ser un poco más enfocado.
Le contaba lo del comienzo de la carta para que supiera un poquito de mi vida y porqué trabajo en lo que trabajo... Pero me puse a hablar de otra cosa pero ya retomé esta. Y aquí estamos.
Yo estudié Enfermería en la ULA8 y me vine a Caracas apenas hace cinco años. Yo en realidad no pensé nunca que me dedicaría al 100% a atender personas con enfermedades neurodegenerativas, demencia y alzhéimer específicamente. Vine para buscar a mi mamá. Ella me dejó con mi papá casi desde que estaba recién nacido. Nunca supimos por qué hasta que la encontré. O encontré al menos su historia y sus recuerdos porque ella no está aquí más. Por lo que pude recolectar de los recuerdos de su comunidad ella venía de una familia problemática. Su mamá no salía de la casa, o no la dejaban salir, nunca se aclaró ese punto, y de noche se escuchaban gritos y lamentos que se los atribuyeron a ella. Su papá, por otro lado, era un borracho drogadicto que nunca se acordaba ni siquiera de dónde estaba parado. Un día amaneció en la puerta de la casa su cabeza, sí, su cabeza, como lee, señora Julia. Aparentemente mi abuela lo decapitó en un ataque de histeria. Mi mamá estuvo escondida detrás de un mueble mientras todo sucedía sin poder hacer nada, o eso es lo que me contaron. Sin embargo, me parece curioso que una mujer débil (porque así me imagino a mi abuela gracias a las descripciones de las personas) pudiese decapitar a alguien, es decir, tendría que haber tardado mínimo unas dos horas, por la cantidad de golpes necesarios, un descanso, el no tener un lugar adecuado (porque lo dudo) y muchísimos factores más. Eso sí, estoy seguro que tuvo que estar muy furiosa como para llevar eso a cabo. El punto es que la policía no tardó mucho en llegar después que los vecinos le avisaran. Obviamente se llevaron detenida a mi abuela y mi mamá fue a un centro de menores. Mi mamá no tenía más familia y nadie de la comunidad quería quedarse con ella porque tenían miedo que "tuviera los mismos demonios que sus padres". Ella cumplió 18 y el Estado la puso "patitas a la calle". Aunque le devolvieron la casa que había pertenecido a sus padres, así que no fue directamente a la calle. En esos siete años había aprendido a coser y con eso ganaba el dinero suficiente para sobrevivir. Trató de buscar a mi abuela solo para saber qué pasó con ella. Un año después se enteró que mi abuela había muerto antes que dictaran su sentencia, la cual iba a ser inocente por cierto, porque le diagnosticaron esquizofrenia y la iban a internar en un hospital. Mamá volvió a su viejo vecindario y a los que querían escucharla les contó lo que yo sé ahora. Tengo casi en blanco su época desde que decidió viajar por Venezuela hasta que volvió a Caracas tres años después, aunque claro, yo nací entre esas fechas, pero no sé más nada. Los que me pudieron decir todo lo que sé ahora me dijeron también que ella comenzó a hablar sola y algunos escuchaban que se decía a sí misma el miedo que tenía de heredar todo lo malo de sus padres y que de seguro había condenado a su único hijo a lo mismo. Se suicidó poco después.
Sabiendo eso entré como en pánico. La esquizofrenia es una enfermedad horrible y sí, es hereditaria la mayoría del tiempo. Creí que ya estaba condenado así que dejé de contactarme con mi padre y mi hermano y me fui aislando sin dar una razón. Decidí "estudiar" más de cerca a los esquizofrénicos y eso me llevó a buscar trabajo en diferentes centros de salud. La verdad es que no lo soporté. No podía dejar de pensar que en cualquier momento sería como ellos. En uno de esos centros tuve mi primer contacto con alguien que padecía demencia. Olvidar. Una maldición para unos pero una bendición para otros. Poco a poco mis intereses fueron recayendo en esas personas mayores y me olvidé de la esquizofrenia. Y menos mal, en verdad, porque la mente juega muy malas pasadas y a veces sentía que ya iniciaban los primeros síntomas.
Once meses. Once meses desde que yo había llegado a Caracas. Once meses y mi vida iba en picada. Cuando estaba por cumplir un año llegó un señor muy anciano mientras le leía a una señora que ni me escuchaba, pensé que tal vez se había perdido pero creo que sabía más dónde estaba parado que yo. "Casi medio siglo de búsquedas", dijo el señor cuando le pregunté qué necesitaba. "Eso es mucho", dije. El asintió. "Le contaré una historia". Y eso hizo, señora Julia. Dejaré la segunda parte de esta carta para después. No hemos tenido días fáciles y ya es muy tarde. Buenas noches.
Con todos mis mejores deseos,
Alejandro Vera
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Un minuto más
RomanceCombinando el presente y el pasado, Isabel hilará los diferentes hechos de su vida para poder narrarle, a través de cartas, su historia a su amada; recorriendo viejos caminos, pero esta vez sin compañía. Historia destacada en el perfil @FiccionGener...