12 de julio de 2021
Querida Julia:
¡No tienes ni idea de lo feliz que me siento! Si tuviera mínimo diez años menos, estaría dando saltos por todas partes. Tu sobrina nos buscó a las siete y media de la mañana. Ligia se sumó también al viaje. Qué dichosa fui al ver la cara de incredulidad que puso el idiota ese cuando notó las maletas en la sala; luego se rió de mí, me llamó «viejita soñadora e inocente» y dijo que tú y yo dábamos tantos problemas que nadie querría llevarnos a ninguna parte. Sin embargo, fue mi turno para reír cuando Judith llegó y metió las maletas en su camioneta; ni en ese momento él quería creerlo. Dejé que toda la rabia que tenía contra él fluyera a través de mí y realmente disfruté sacándolo de la casa a bastonazos. Tranquila, Julia, no le hice daño; apenas levanté el bastón una vez y casi se orinó encima. Gallina.
Alejandro ayudó a meterte en la camioneta, asegurándose tres veces de que estuvieras cómoda y con el cinturón bien puesto. ¡Sí! Nos va a acompañar; según él, es porque no soporta estar en su casa sin hacer nada, pero yo no le creo, sé que es porque nos extraña. No te preocupes, el accidente no fue tan grave, sólo tiene la muñeca derecha fracturada y unos pocos golpes. De todas formas, no lo dejaré hacer nada que retrase su mejora, ni a él ni a nosotras nos alegraría que eso pasara.
Estuvimos todo el viaje escuchando a Mozart y, algunas veces, a Vivaldi; como te ha gustado desde siempre. La pequeña rubia bostezaba y nos rogaba que cambiáramos la música, aunque después de que Alejandro le explicara, siendo paciente como siempre, por qué no podíamos, ella entendió y dejó de pedirlo; para tener cuatro años, es muy inteligente.
A veces cuando observaba a tus sobrinos crecer, me preguntaba cómo serían nuestros hijos. ¿Tendrían tus ojos o los míos? ¿Cuál de las dos los gestaría? ¿Los hubiésemos criado bien o serían casos perdidos? ¿Les daríamos todo el cariño que nos faltó? ¿Habríamos adoptado? Sigo haciéndome esas preguntas al ver a un niño o a Ligia. Me gustaría tener las respuestas. Y pensar que estuvimos tan cerca de responder algunas...
Tengo que dejarme de sentimentalismos, ¿cierto? Aún hay muchas cartas por delante para poder ser sentimental.
Llegamos a la playa casi cuando finalizaba la tarde. Todos estábamos cansadísimos; tú dormiste gran parte del viaje gracias a una pastilla que te dimos. Comenzaste a inquietarte cuando el sol empezó a darle paso a la luna, por lo que entramos a la casa y prendimos todas las luces de una vez; aunque sabemos que jamás será lo mismo. Quiero creer que en lo más recóndito de tu mente reconociste la casa en la que pasamos buenos tiempos.
Les pedí a todos que me dejaran acostarte, sólo tú y yo, sin nadie más. Te peiné delicadamente, tarareando una canción de cuna. Besé tu frente y me senté del otro lado de la cama mientras te ibas quedando dormida.
—Te amo —susurraste.
Tomé tu mano y me permití llorar por un rato.
Con amor,
Isabel

ESTÁS LEYENDO
Un minuto más
RomansaCombinando el presente y el pasado, Isabel hilará los diferentes hechos de su vida para poder narrarle, a través de cartas, su historia a su amada; recorriendo viejos caminos, pero esta vez sin compañía. Historia destacada en el perfil @FiccionGener...