Un minuto más

XCI

19 de abril de 2022

Querida Julia:

Al siguiente día, me esperaste hasta que salí del trabajo. Tenías una sonrisa de oreja a oreja, y me abrazaste apenas me viste.

—¡Tengo trabajo! —exclamaste emocionada—. ¡No puedo creerlo!

—¡Felicitaciones! —expresé también contenta—. Cuéntame todo, Julia —te animé, entrelacé mi brazo izquierdo con tu derecho y emprendimos camino a casa.

—Lunes, miércoles y jueves; después del colegio. Aceptó que sea en su casa. Menos mal tienen un piano. —Te quedaste callada unos segundos—. No me va a pagar muchas lochas al comienzo —añadiste, preocupada—, dijo que lo irá ajustando con el tiempo si yo soy buena profesora.

—No te preocupes, Julia. Aún tenemos gran parte de los ahorros de Claudia. Ya verás que te terminarán pagando más que a mí; y te recomendarán a otras personas. Va a ser fantástico.

Ese mismo día me escapé mientras dormías la siesta y fui a comprarte varias guías para enseñar a tocar piano. Casi me matas cuando las viste, porque se supone que estábamos ahorrando; luego, aceptaste mi argumento de que eran para tu trabajo e hicimos el amor.

Con amor,

Isabel