XLVIII

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04 de enero de 2022

Querida Julia:

Muy bien, vida de mis vidas. Retomando nuestra historia, te explicaré por qué no nos besamos el 29 de marzo de 1964 y cómo empezó nuestra relación... Ups, creo que acabo de darte un pequeño spoiler. Sabes que te amo muchísimo, ¿verdad?

Estaba acercándome cada vez más a ti, nuestros labios se rozaban levemente y moría por besarte, Julia. Sin embargo, sin decir una sola palabra te alejaste, moviendo tu cabeza de un lado a otro. Pasaste tus manos por tu cara, frustrada, y dejaste escapar un suspiro.

—¿Qué planeabas hacer, Isabel?

—Uhm... ¿Besarte? —pregunté, con una leve sonrisa, y frunciste el ceño—. No, por supuesto que no. Eh, tenías una pelusa en... en las pestañas, claro. —Te levantaste de la cama, sabía que tenías intenciones de huir (a pesar de que fueran como las doce de la noche), por lo que te seguí y te detuve cuando tenías una mano en el picaporte—. No, no te voy a mentir. Te iba a besar, y te juro por Dios que si no me dices ahorita qué quieres, lo haré.

Diste la vuelta y me empujaste molesta.

—¿¡Que qué quiero!? ¡Te quiero a ti, te quiero sólo a ti, pero tú te vas a casar, demonios! Ya entendí que debo dejarte ir. No planeo hacer que canceles tu boda, decepcionarías a muchas personas, a tus padres y hermanos. Y me molesta en cantidades infinitas que te olvides de ese gran detalle e intentes besarme. Y... Y no sé, Isabel, esto a veces siento que ni siquiera está bien. No sé qué hacer.

Lo único que hice fue abrazarte, pues sabía que lo necesitabas urgentemente. Me devolviste el abrazo sin dudar y lloraste en mi hombro. Nos quedamos así un par de minutos hasta que te calmaste, siempre estuve acariciando tu rubio cabello para tratar de reconfortarte.

—En la carta me pediste una oportunidad. ¿Por qué decides echar para atrás tus palabras? —susurré en tu oído—. ¿Qué te hace creer que lo que sientes no está bien? ¿Acaso amar está mal? No somos las primeras ni, mucho menos, seremos las últimas. Nuestro género no define nuestros gustos, Julia, entiéndelo. Todas estas inseguridades irán mermando poco a poco, te lo prometo. Y con respecto a la boda... —Me alejé un poco para verte a los ojos— . No es algo que me haga mucha gracia. Lo hago por mis padres. Te doy la oportunidad de recuperarme, aún siento lo mismo por ti, pero aunque vaya a sonar mal, no puedo dejar todo si tú no haces lo necesario para darme la seguridad de que no me volverás a dar la espalda, ¿me entiendes?

—Así que, ¿lo vamos a intentar?

—Lo vamos a intentar.

Con amor,

Isabel

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