05 de abril de 2022
Querida Julia:
Al día siguiente, comencé a buscar un lugar para quedarnos inmediatamente. Antes de salir de vacaciones, me había parecido escuchar a una compañera comentar que por los alrededores de la escuela había una pequeña casa donde alquilaban cuartos sólo a mujeres.
Después de preguntar y perderme infinidad de veces, logré encontrar la casa (o un cruce entre casa y edificio) al final de un callejón.
Una señora severa, que tenía ya la marca permanente por estar frunciendo en demasía el ceño, me abrió la puerta.
—¿Qué desea?
—Buenas tardes. Me comentaron que usted alquila habitaciones a mujeres.
—Correcto. Sin esposos, hijos y mascotas; ordenadas, silenciosas y respetuosas; que paguen a tiempo, sin un minuto de retraso, y no pidan más plazos; que cumplan las reglas, no lleguen tarde ni traigan personas a casa —recitó todo de un solo tirón, como si lo dijese mínimo 100 veces al día.
—¿Cuánto es cada mes? —pregunté expectante.
Ella me miró de arriba abajo y sonrió maliciosamente. Me respondió entre dientes y se me cayó el mundo a los pies, porque era casi lo que me pagaban mensualmente; por ende, no tendríamos para comida, y mucho menos para dos habitaciones. Aclaré mi garganta e inquirí:
—¿Acepta a dos hermanas en una habitación? —Asintió levemente y me aferré a esa esperanza—. ¿Podríamos arreglar todo para mañana?
—Muy bien, pase adelante.
Con amor,
Isabel

ESTÁS LEYENDO
Un minuto más
RomantikCombinando el presente y el pasado, Isabel hilará los diferentes hechos de su vida para poder narrarle, a través de cartas, su historia a su amada; recorriendo viejos caminos, pero esta vez sin compañía. Historia destacada en el perfil @FiccionGener...