20 de febrero de 2022
Querida Julia:
¿Qué puedo decirte sobre lo que sucedió después? Lo obvio: tú y yo nos alejamos de golpe e inmediatamente volteamos a ver al autor de la interrupción. Arturo estaba parado en la entrada de la sala, con las manos apretadas en un puño a cada costado, estaba rojo de la ira y sentía que en cualquier momento sus ojos grises iban a explotar en llamas. En menos de tres zancadas ya estaba a nuestro lado, tomó mi brazo con fuerza y me levantó de un tirón del mueble.
—¿Se puede saber qué estaba haciendo, Isabel? —me interrogó, conteniendo sus ganas de gritar.
Bajé la mirada sin saber qué responder. Pero él no lo iba a dejar así, claro que no. Tomó mi otro brazo y me zarandeó, aún esperando una respuesta; sin embargo, al ver que yo no quitaba la mirada del suelo, me levantó la cara y me cacheteó.
—¡Usted está enferma! —Me empujó hasta uno de los sillones.
—¿¡Pero qué le pasa!? —le gritaste, levantándote y saliendo de tu sorpresa—. ¡No la toque, imbécil! —Él también te iba a pegar, pero te cubriste para evitarlo y, en un momento de desconcierto por su parte, le diste una cachetada que resonó en todo el lugar—. A mí usted no me alza la mano, idiota. —Sonreí levemente, orgullosa de ti.
La forma en que te miró me dio mucho miedo. Respiró hondo, controlándose, y agradecí eso.
—Siéntate allá. —Señaló un sillón que estaba contrario al mío; después de haber cumplido con su orden, él se sentó donde estábamos antes y añadió—: Muy bien. Vamos a esperar a que lleguen los señores Osorio, que no tardan. Lo último que esperaba cuando pensé en hacerle esta sorpresa, Isabel, era encontrarme con algo tan desagradable y antinatural. Sus padres estarán muy sorprendidos y consternados.
Observé mis manos sin responder, parecía como si el ratón me hubiese comido la lengua. Tú me mirabas desde tu puesto, tratando de encontrar mis ojos, sin embargo, yo me rehusaba a verte. ¿Cuál sería la reacción de mis papás? Estaba muy preocupada, no sabía qué hacer y sentía que en cualquier momento tendría un ataque de ansiedad.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que llegaron mis padres. Pudieron haber sido horas, minutos o segundos; yo lo sentí como días. Primero nos miraron confundidos, Arturo se levantó de una vez a saludarlos y, después de las preguntas de rigor, les contó todo (obviando la parte en la que me dio una cachetada y el intento fallido contigo); después, mis padres nos miraron con asco y sorpresa, mi mamá comenzó a llorar y mi papá salió de la casa para volver minutos más tarde con tu mamá y tu abuela. En menos de lo que canta un gallo, la sala se llenó de gritos hacia nosotras.
—¿¡Cómo se atrevieron!?
—¡Están enfermas!
—¡Mi hija estaba mejor sin su amistad!
—Judith, Julia, nos vamos ya mismo. —La voz de tu abuela sonó por encima de las demás sin necesidad de gritar. Te levantaste de un salto y te acercaste a ella sin retirar tu mirada de mí, en ese momento decidí verte a los ojos y me partió el corazón ver tu aspecto: estabas llorando a lágrima viva, tus lentes estaban un poco empañados y estabas rojísima—. No quiero volver a ver a su hija cerca de mi nieta —condenó tu abuela, dirigiéndose a mis padres, bajé la mirada, incapaz de verte así por un minuto más.
Cuando nos quedamos los cuatro en la sala, reinó un silencio impenetrable. Yo quería desaparecer de ahí, quería que fuese una pesadilla y despertar en ese momento. Mi papá se acercó lentamente, alcé la vista cuando estuvo frente a mí; sus ojos estaban cristalinos pero también mostraban rabia y decepción.
—Sube a tu habitación sin decir una palabra. No saldrás de ahí hasta que te indiquemos lo contrario. ¡Ya!
Cumplí su orden corriendo, sin mirar a más nadie. Al llegar a ésta, y luego de cerrar la puerta, me dejé caer en el suelo llorando; no sé cuánto tiempo estuve así hasta que decidí ir a mi cama. Me acerqué a la ventana para correr la cortina y me quedé sin respiración al verte caminar por la calle, arrastrando una maleta y llorando más que yo.
Con amor,
Isabel

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Un minuto más
RomanceCombinando el presente y el pasado, Isabel hilará los diferentes hechos de su vida para poder narrarle, a través de cartas, su historia a su amada; recorriendo viejos caminos, pero esta vez sin compañía. Historia destacada en el perfil @FiccionGener...