Un minuto más

LIII

16 de enero de 2022

Querida Julia:

Ayer no cabías en tu alegría al ver las cosas que te compré. Estabas muy emocionada, eras como una niña. Me enamoré más de ti, es imposible no hacerlo cada día si el simple hecho de verte me enamora. Te di un ramo con 24 margaritas, tu número preferido. Me gritaste emocionada que eran tus favoritas y me preguntaste cómo lo sabía.

—Intuición. —Me encogí de hombros con una pequeña sonrisa—. Me alegro de no haber fallado. —Aunque sabía de antemano que no lo haría.

Antes, hace muchos años, siempre te daba una margarita cada día si nuestra economía me lo permitía; luego pasó a ser cada semana y mantuve la costumbre por muchos años. Fue hace poco ‒no más de dos años‒ que dejé de hacerlo, más que nada porque me embargaba una terrible tristeza al recordar cómo me besabas cuando te las daba, y ahora ni eso.

Te compré un peluche, por cierto. Mide como un metro y es una hermosa lechuza, parecida a Hedwig, la de Harry Potter. Ahora no lo sueltas por nada del mundo, lo llevas a todas partes y estás encantadísima. Me da alegría saber que, no importa cuántos años pasen, siempre te gustará ese tipo de cosas.

Mañana cumple años Ligia. Hoy tenemos un almuerzo familiar y se va a quedar a dormir con nosotras. Estoy impaciente por ver su cara cuando vea los regalos de nuestra parte.

Con amor,

Isabel